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Amos Oz, escritor: «Soy un contador de historias que alzó la voz»

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Por RICARDO MIR DE FRANCIA.- Desde su retiro en Arad, en las soledades del desierto del Negev, este antiguo kibbutznik y figura notoria de la izquierda de su país analiza la actualidad de su país en una entrevista telefónica.

–Israel ha escogido en las urnas al Gobierno más escorado a la derecha. ¿Hacia dónde se dirige el país?
–Es pronto para predecirlo, pero en el pasado hemos visto como los gobiernos de derechas daban pasos decisivos para la paz, como hizo Menahem Begin al devolver el Sinaí a Egipto a cambio de paz o Ariel Sharon para desmantelar unilateralmente los asentamientos de Gaza. No descarto la posibilidad de que este Gobierno de derechas nos sorprenda.

–Muchos piensan que la solución de dos estados se ha vuelto impracticable. ¿Cree que el estado binacional puede ser la solución?
–La única opción realista para mí son los dos estados. Hay unos 3,5 millones de palestinos viviendo en el país que no se van a ir a ningún sitio. Lo mismo ocurre con los 5,5 millones de judíos. Pero unos y otros no pueden vivir como una familia unida y feliz porque no son de la misma familia y porque no están contentos de vivir juntos.

–Antes de las elecciones dijo que la izquierda israelí volvería a ser fuerte pero se equivocó. ¿Qué necesita la izquierda para recuperarse?
–Un nuevo liderazgo. Pienso que si se produce el relevo, el impacto de la crisis económica y la urgencia en resolver el conflicto con los palestinos convencerán a los votantes tradicionales de izquierda para volver

–Se ha referido a los pasos de la derecha hacia la paz, pero todos los gobiernos israelís, independientemente de su color, han seguido construyendo asentamientos y confiscando tierras palestinas. ¿Por qué es tan difícil acabar con la ocupación?
–Hace tres años Sharon evacuó a miles de colonos de Gaza en solo 36 horas. Esto demuestra que es posible hacerlo. La mayoría de israelís está dispuesta a renunciar a Cisjordania a cambio de paz pero siempre que no se convierta en una plataforma para lanzar misiles.

–Los colonos se consideran a sí mismos los auténticos sionistas. ¿Le resulta a usted más difícil identificarse como sionista?
–No porque la misma palabra significa para mi una cosa totalmente distinta que para ellos. Para mí sionismo refiere al derecho del pueblo judío a la autodeterminación en su país. Lo de los colonos no es sionismo, sino mesianismo.

–Los israelís le admiran como escritor y le respetan como comentarista. ¿Qué hay de los políticos? ¿Tiene alguna influencia sobre ellos?
–No lo creo, nunca la he tenido. Ni siquiera en su día los profetas lograron tener demasiada influencia sobre los reyes de entonces, de modo que es bastante ingenuo pensar que la generación actual de escritores e intelectuales puede tener más poder para cambiar las mentes y los corazones de los gobernantes.

–El miércoles Israel celebró su 61 aniversario. ¿Qué se ha conseguido y qué falta por hacer?
–La principal proeza ha sido dar esperanza a 5,5 millones de judíos apátridas que no eran bienvenidos en ningún otro sitio, muchos de los cuales fueron expulsados por la fuerza de otros países. El gran reto sigue siendo la paz.

–¿Y cree que es posible?
–Israel y los árabes están hoy más cerca de la paz de lo que lo han estado en los últimos cien años, aunque esto no significa que pueda llegar de la noche a la mañana.

–¿Cómo le gustaría que la gente le recordara?
–Como un contador de historias que nunca dudó en alzar la voz contra las injusticias.

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