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A 15 años del fallecimiento del rabino Marshall Meyer

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La imagen del rabino Marshall Meyer quedará en la historia vinculada con su activo papel en defensa de los derechos humanos y a la fundación del Seminario Rabínico Latinoamericano, que abrió la puerta para la llegada del Movimiento Conservador al continente.
"Marshall Meyer era un hombre que se interesaba en todo ya sea música, deportes  o derechos humanos", recordó su esposa Naomi en diálogo con la Agencia Judía de Noticias (AJN), al cumplirse ayer 15 años de su muerte.
Su interés por los derechos humanos lo llevó a recorrer las cárceles durante la última dictadura militar en la Argentina y a reclamar por los desaparecidos judíos.
El rabino Meyer también reclamó junto a las Madres de Plaza de Mayo, e incluso las invitó a los servicios religiosos de la comunidad  Bet- El que fundó y dirigió hasta su vuelta a Estados Unidos.
“Era un hombre con mucha imaginación y fantasía, fue un gran padre y tenía la particularidad y capacidad de hacer sentir a cada persona como el mejor", agregó Naomi al describir a un hombre que es parte de la historia judía.
Marshall no provenía de una casa religiosa , hizo su Bar Mitzvá y se empezó a interesar por el judaísmo también gracias a un profesor no judío de su escuela secundaria, fue gracias a eso que decidió  entrar a estudiar al JTS (Jewish Tehological Seminary), la casa madre del movimiento conservador en Estados Unidos.
Luego se volcó a la tarea pastoral religiosa gracias a la influencia de quien es considerado uno de los más sabios rabinos del siglo 20, Abraham Joshua Heschel.
Meyer llegó a la Argentina hace unos 50 años, como rabino asistente del rabino principal Guillermo Schlessinger: a la Congregación Israelita de la República Argentina, templo de la calle libertad.
“El lugar estaba muerto, casi no había gente y los que habían se interesaban poco. Marshall en muy poco tiempo con su mencionado carisma logró hacer los oficios más participativos con jóvenes. Nos dimos cuenta que a la juventud no le interesaba nada y copiando el modelo americano de ‘Majané Ramah’, empezamos  a tener cada día más”, recordó la viuda.
Naomi agregó: “El primer majané (campamento), lo hicimos con 59 jóvenes y con clases, actividades y compartiendo experiencias logramos hacer un judaísmo viviente".
"Entendió que los jóvenes necesitaban un lugar serio para estudiar, cambiar la forma de rezo que se hacía en un idioma inteligible, se necesitaba otra perspectiva. No hubo un plan armado, todo se fue dando sobre la marcha", dijo Naomi Meyer siempre en diálogo con esta agencia.
Sobre su acercamiento a los organismos de derechos humanos, Naomi contó que el rabino Meyer “empezó a ver a las Madres de Plaza y se dio cuenta que no era política lo que hacían, era moral”.
“Ellas como muchos otros le tocaban el timbre y él (por Mashall) respondía. Fue de los primeros en invitar a las Madres a los oficios religiosos en Bet –El, contra la oposición de muchos", rememoró la viuda.
Además señaló que “su rabinato, era profético, no se basaba sólo en el rezo, en el kashrut (leyes de kasher) o en las leyes, además de eso era acción social, juntar ropa comida para los más necesitados".
En la época de la dictadura él recorrió cárceles, embajadas, se reunió con los miembros de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos, de la que después fue miembro y trabajó para que los sobrevivientes pudieran abandonar el país.
"El era conciente del peligro, pero decía este es mi trabajo, acá está mi deber, eran palabras frecuentes que tenía con el embajador israelí Ram Nergued, culminó Naomi Meyer.
Con el advenimiento de la democracia en Argentina, el rabino Marshall Meyer fue electo para ser parte de la CONADEP, allí aseguran fue muy importante su tarea en la toma de los testimonios de los afectados por el proceso que gobernó la Argentina entre 1976 y 1983.
Además junto al periodista Herman Schiller fundó el Movimiento Judío por los Derechos Humanos
Previo a su vuelta a los Estados Unidos, en 1983, fue condecorado por el presidente Raúl Alfonsín con la Orden del Libertador General San Martín, máxima distinción que otorga el gobierno argentino.
AD-GB

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