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Stephen Farrell
The New York Times

Arriesgada jugada del grupo extremista
Stephen Farrell
The New York Times

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RAMALLAH.- Anteayer, en la pared de la oficina de prensa del gobierno israelí en Jerusalén, se veía una cantidad de notas pegadas una sobre otra, con el número 10.048 anotado en la que estaba encima de todo. Ese era el número de cohetes y andanadas de morteros palestinos disparados sobre Israel desde 2001.

Rápidamente quedó desactualizado, y otras notas autoadhesivas muy pronto taparon la última.

Para Israel, este registro de cuentas provocó un debate interno sobre la manera de hacer frente a la amenaza de los cohetes caseros de Hamas y de otras facciones armadas palestinas.

Para Hamas, la sola existencia de ese número en una oficina gubernamental israelí es un logro. Mientras las columnas de humo se elevan sobre Gaza, Hamas ocupa las noticias de la televisión y los titulares de los periódicos. Y no sólo le conviene toda esa publicidad, sino también el estatus atribuido a Hamas en su carácter de principal órgano de la resistencia palestina. Su rival secular, Al-Fatah, ha quedado a un lado, al margen de la violencia que se desarrolla en Gaza, de donde Hamas fue expulsado a punta de pistola en el verano de 2007.

Pero hay una pregunta que sigue sin respuesta: ¿por qué Hamas puso fin a seis meses de cese del fuego el 19 de diciembre? ¿Lanzará -si puede hacerlo- ataques suicidas contra Israel en represalia? ¿Y la devastación de Gaza hará que los palestinos brinden su apoyo a Hamas, tal como lo han hecho en el pasado, o Hamas perderá respaldo en cuanto los habitantes de la Franja registren el inmenso costo en sangre y destrucción?

Aun sabiendo que indudablemente habría represalias, Hamas pareció interrumpir el cese del fuego en parte debido a su bien demostrada disciplina y coherencia. Durante años ha predicado a los palestinos el credo de que Al-Fatah negoció con Israel y no obtuvo nada; el camino de la lucha armada de Hamas, argumentaba año por medio, era la única salida.

Y, así, parece que Hamas ha aplicado esa misma lógica a su propio cese de hostilidades: el líder supremo de Hamas, Khaled Meshaal, dijo el sábado que la tregua había arrojado pocos resultados positivos. Si no había beneficios específicos -como la liberación de prisioneros o el levantamiento de los bloqueos israelíes sobre Gaza-, entonces la opción era, una vez más, el retorno a la violencia. La organización también debe de haber calculado que los cohetes lanzados contra Israel -60 en un día- restablecerían entre los palestinos su estatus de campeón de la "resistencia" contra el enemigo sionista, cuyos soldados y colonos ya no están en Gaza, al alcance del brazo militar de Hamas. No es posible saber si Hamas esperaba la devastadora ofensiva israelí que ha sembrado tanta destrucción en Gaza.

El resultado, por el momento, no está claro en absoluto, porque ninguno de los dos bandos ha puesto en juego todo el arsenal del que dispone.

Algunos en Gaza creen que Hamas quiere que los soldados israelíes entren en la Franja de Gaza, porque ha tenido 18 meses para contrabandear armas a través de túneles desde el Sinaí desde que despojó a Al-Fatah del control del territorio. Durante los últimos años, tras la retirada israelí de Gaza en 2005 y la construcción de un muro alrededor de Cisjordania, ha resultado mucho más difícil atacar a los israelíes.

Ahora, el punto clave es si los palestinos culparán a Israel por lanzar fuego a destajo sobre ellos, tal como espera Hamas. O si culparán a Hamas por provocar la destrucción, tal como esperan Al-Fatah, Israel y sus aliados occidentales.

En este momento, los palestinos culpan a Israel a viva voz.

El fin de semana pasado, el periódico palestino Al Hayat al Jadida publicó una primera plana totalmente negra con un titular que proclamaba: "1000 mártires y heridos en la matanza del sábado".

Más importante aún es si, ya alejados de las cámaras televisivas y los periodistas extranjeros, los palestinos votarán por Hamas en las elecciones presidenciales y parlamentarias, que podrían realizarse dentro de menos de un año.

El domingo, en el campo de refugiados de Shuafat, en los suburbios del norte de Jerusalén, jóvenes palestinos enmascarados quemaron cubiertas y usaron hondas para arrojar piedras contra los soldados israelíes. Mohammed, de 13 años, predijo que habrá sangrientas represalias por parte de Hamas. "Hamas bombardeará los ómnibus verdes de Egged y todo volverá a ser como antes", dijo, en referencia a los vehículos de transporte israelíes que suelen ser blanco de los bombarderos suicidas.

Incluso en Ramallah, en el centro del territorio de Al-Fatah, la gente declaró admirar a Hamas por su coraje para enfrentarse a una superpotencia regional. Al señalar que el hecho de disparar cohetes muy imprecisos desde Gaza a Israel implicaba represalias de enorme costo, un palestino de 30 años que se negó a dar su nombre comparó los ataques con el gesto impotente pero desafiante del periodista iraquí Muntader-al-Zaidi, quien se convirtió en un héroe popular en todo el mundo árabe por haber arrojado sus zapatos contra el presidente norteamericano, George W. Bush.

Mustafa Saleh, de 37 años, dijo: "Originalmente soy de Al-Fatah y mi voz siempre será Fatah. Pero Hamas está resistiendo, y somos una nación ocupada. Apoyo la resistencia, incluso aquí en Cisjordania".

Hamas espera que esos sentimientos les reporten nuevos partidarios. "Israel y Estados Unidos le dicen no a Hamas. ¿Qué dicen ustedes?", se leía en un cartel de campaña de Hamas en las elecciones de 2006. En ese momento, los palestinos le dieron un apoyo masivo en las urnas. Si esa respuesta será la misma en 2009 o 2010 dependerá de cómo se desarrollen los acontecimientos en las próximas semanas.

Traducción de Mirta Rosenberg
LA NACION

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