ASHKELON.- Cuando el médico argentino Claudio Kristal tenía 28 años y llegó como nuevo inmigrante a Israel con su esposa y dos hijos, creyó que para cuando el varón fuera adolescente seguramente ya habría paz y no tendría que hacer el servicio militar.
Pero hoy, 20 años después, con su hijo de uniforme y él bajo el fuego de los misiles de Hamas, ya no se hace muchas ilusiones.
"No quiero decir que soy pesimista, pero sí bastante escéptico", admite en una conversación con LA NACION en la sala de emergencias en el hospital Barzilai, de Ashkelon, donde trabaja prácticamente desde su arribo al país.
Kristal es anestesiólogo y se desempeña como jefe de la Sala de Operaciones del Barzilai, un centro neurálgico en los últimos años, dado que es el hospital más cercano a Gaza.
"Aquí el desafío ahora es seguir funcionando de tal manera que podamos tratar a los heridos como hay que hacerlo y mantener a todos los equipos de trabajo funcionando. Y todo eso bajo la tensión de los cohetes que caen en Ashkelon", explica Kristal, que añade que los cohetes han caído en todas partes de la ciudad, "incluyendo en terrenos del hospital, como el helipuerto".
Abstracción
El médico habla de la necesidad de "abstraerse" de lo que pasa afuera, y al preguntarle si es posible hacerlo sonríe en un tácito reconocimiento de lo increíble de la situación.
"¿Si es posible? Es inevitable, no hay otra. Tenemos que seguir trabajando."
El problema concreto en Barzilai es que prácticamente la única parte protegida del hospital es la sala de emergencias en la que el médico argentino recibe a LA NACION.
Por eso, según instrucciones del Frente de Retaguardia -encargado de la defensa civil-, 250 pacientes que estaban internados en el Barzilai han sido dados de alta o trasladados a otros hospitales. Pero ante una llegada masiva de heridos cada uno sabe claramente qué tiene que hacer y dónde tiene que presentarse.
Operación bajo fuego
Kristal admite que no puede perder la calma aunque tenga a su familia en otra parte de la ciudad, también bajo la amenaza de los misiles.
"En medio de la operación no se piensa en nada. Y si a uno se le cruza eso por la cabeza, lo pone a un costado. El momento de la anestesia y la operación es algo muy crítico y nadie que se ocupa de eso piensa en otra cosa que no sea lo que está haciendo. Ha pasado que estábamos en una operación y sonó la alarma. Y bueno, sonó la alarma. Uno ya ni le presta atención."
Respecto del operativo militar israelí contra Hamas, el médico argentino aclara: "Quisiera que en la Argentina y en el resto del mundo se sepa la verdad. Que sepan lo que es para la gente que vive acá, no sólo en Ashkelon, sino también en Sderot y en los kibutz en el límite con Gaza. Ir al baño con el miedo de ser sorprendidos por un cohete. Tener que ducharse en un minuto y medio porque quizás suene una alarma".
-¿Cree que el operativo en curso ayudará a cambiar la situación o al menos frenar los ataques con cohetes?
-Yo soy médico, no soy político ni jefe militar. No sé si esto va a ayudar o no, pero sí puedo decir que entiendo lo que está pasando. Evidentemente la situación había que cambiarla. No tengo los conocimientos necesarios para saber si este operativo va a tener éxito o no. Espero que sí. Pero no hay duda de que la situación que estábamos viviendo era absolutamente insoportable.
LA NACION