El director y escritor: Max Berliner, hombre de vigor artístico
Este es el caso de la obra teatral “Clinton vs. Hillary” (subtitulada “Billary”) escrita y dirigida por Max Berliner. Es para mí grato apreciar la capacidad creativa que este hombre trasluce a través de su creación, que sus largas primaveras vividas le han dado experiencia y pujanza, mantenido intacto su vigor artístico. Esta sóla característica merece de por sí, todo mi respeto.
Berliner ha sido director, actor, adaptador y autor en múltiples oportunidades. Posee además una larga y fructífera trayectoria, tanto en el teatro idish y argentino, como en la televisión y en el cine argentinos.
La obra: su trama y personajes: más allá y más acá polémica
Por otro lado, la obra dada la temática misma en la cual se zambulle de lleno, muestra la valentía de la pluma de Berliner, por el tópico político sobre el que versa.
Tomando como base principal fuentes provenientes de noticias y entrevistas reales, la trama se presenta, sobre todo, mostrándonos el interior de cada uno de los personajes: Bill y Hillary Clinton, su hija Chelsea, Monica Lewinsky, al tiempo que con valor muestra la esfera pública y política en el momento de la candidatura de Hillary.
Pero cabe remarcar que lo más interesante es la esfera íntima, el entretelón no sólo del legendario “affaire” con la Lewinsky, sino de las vivencias sentimentales de cada uno de la familia Clinton.
La primera escena nos pone ya en la pista de aquello que será el núcleo de la pieza teatral. Vemos a un Bill Clinton en una situación de entrevista periodística; confuso, desorientado, casi podríamos decir, desarmado respecto de su investidura política, carga torpemente con el error cometido.
“Periodista: ¿Ud. cree que es un buen presidente?”
“Bill: Espere, déjeme leer…aquí dice: ‘Creo que sí. Yo creo que he hecho un esfuerzo enorme para serlo, y eso me hace sentir más fuerte, y creo que la gente ve en mí la capacidad de ser y seguir siendo presidente.”
Si bien la obra recorre una amplia gama de emociones, varios son los focos en los cuales la emotividad se condensa, de ellos destacaremos dos.
Por una parte, el impacto y su concomitante padecer, que el amorío de Clinton y la disputa con Hillary repercuten sobre su hija adolescente Chelsea.
“Chelsea (a su madre): (…) (con ironía) No ves que estoy bailando de felicidad…Pero a vos y a él ¿qué les importa mi felicidad? Sólo les interesa el ‘Yo’, el ‘Yo’. Son unos hipócritas.”
Asistimos a una Hillary obsesionada por su carrera política y casi indiferente al dolor de su hija. Bill en cambio, muestra una faceta paternal, conmosionado y preocupado por Chelsea. Nos adentramos en lo personal de los vínculos.
Una joven padeciente, pues además soporta sobre sí el peso de lo público, y que es a su vez aquella capaz de enunciar, de ser portavoz de verdades sobre lo que acontece en la familia y cómo el poder puede corroer a los seres.
Hay otro momento de suma pregnancia afectiva que quisiera poner en relieve. Se trata de la entrevista que le realiza una periodista de color a Monica Lewinsky. En rigor, debiéramos decir que más que una entrevista, aquello que allí se produce es un encuentro. Dos mujeres solas comparten sus historias de antepasados, sus relatos de raíces que se hunden en la discriminación, el dolor y también en el cálido recuerdo al aferrarse con dignidad a sus orígenes, judía en el caso de Mónica y afroamericana en el de Eva, la periodista: tan lejos, pero tan cerca.
“Periodista: ¿A qué se refería cuando dijo que su infancia es parecida a la mía?”
“Mónica: …Mis padres huyeron de los campos de concentración. Mi madre estaba embarazada de mí y yo aspiraba desde la panza la desgracia. En una noche oscura…”
(…)
“Periodista: Somos dos almas gemelas.”
“Mónica: Y nuestra religión es el amor. No importa si negra o judía. Somos todos seres humanos. Tal vez discriminados…Pero luchamos o lucharemos para no serlo”
Aquí vemos como el autor deja de lado la moral que juzga sobre el “affaire” extramatrimonial, para poner en primer plano valores humanitarios. Centrándose en una dimensión profunda, en otras palabras, ubicándose en un más allá – o bien pordíamos decir, un más acá de la polémica-, intenta captar aquello que acontece interiormente a los célebres personajes.
La ironía tiene además su protagonismo constante. Así como también el humor que salpica distintas escenas y que llega a su cenit cuando Bill relata el encuentro con el matrimonio Kirschner.
La trama produce un viraje cuando Chelsea decide viajar a Israel.
Estamos promediando la obra y digo “estamos”, pues algo a remarcar es la referencia al público en varias oportunidades. Esta referencia se da bajo el modo de la mirada de los “mutis” -propios del teatro- que dejan una frase suspendida, al tiempo que dirigen todos los actores su vista hacia el público; el modo de inclusión se logra, ya que los actores buscan interpelar y por supuesto también, depende de cada espectador que se sienta interpelado.
Perdonará el lector el paréntesis recién planteado, me excusa el hecho de que era digno de mención tal elemento, no recurrentemente presente en otras piezas teatrales.
Como recién mencionaba, el giro que anuncia el fin de la obra versa sobre Israel. El Estado Judío en tanto tierra sagrada, representa la libertad y la liberación. Se ofrece no tanto como un lugar de escapatoria para la joven, sino como un sitio en el cual puede hallar el recogimiento necesario y la paz. Jerusalem simboliza la sacralidad en oposición a la corrupción del poder. Chelsea lo ha elegido y su padre Bill, la sigue.
Las actuaciones
De las verdaderamente buenas actuaciones pertenecientes al grupo teatral “Teatro para Todos” sobresalen Julio Aleman como Bill Clinton, Fernando Pardo como el periodista, y Ruth O’ Neil como Hillary Clinton. Pero también Sol Prieto en el papel de Mónica Lewinsky, Adriana Brown en el rol de la periodista, Cecilia Fava como Chelsea Clinton desempeñan una buena labor actoral.
La puesta en escena junto con el cuidado en la iluminación, dan cuenta de una dedicación y pasión por el trabajo teatral.
Contribuyeron además: Vanesa Abramovich en escenografía y vestuario y Gabriela Fariña como asistente de dirección.
Para concreción de funciones comunicarse a: Max 4773-0379 o Noemí 4631-2097
Max Berliner, como siempre “Ko lejai”! ¡Por la vida!
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