Por Jana Beris "El primer ministro me ha presentado su dimisión. No ha sido una decisión fácil y sé que para él ha sido una noche difícil", dijo Peres tras reunirse durante media hora con Olmert, a quien agradeció sus "servicios al Estado" y su "forma digna" de abandonar el cargo en medio de las acusaciones por corrupción. Por la mañana, al comienzo de la reunión semanal de gabinete, Olmert había anunciado que se disponía a renunciar: "Debo decir que ésta no ha sido una decisión fácil ni sencilla. Creo que he actuado correctamente y en forma responsable, tal cual prometí".
A pesar de la evidente tensión que hubo en la reunión con la canciller Tzipi Livni, su sucesora como jefa de Kadima, Olmert sonrió, le deseó suerte y prometió ayudarla. "Espero que forme un gobierno lo más pronto posible; un gobierno como ella desea", señaló.
Pero la tarea de Livni no se presenta sencilla. Después de reunirse con todas las facciones que componen la Knesset (el Parlamento israelí), Peres probablemente le pida hoy a la flamante presidenta de Kadima que intente la formación de un nuevo gobierno.
Hay partidos, como el Likud y parte del laborismo, que prefieren convocar a elecciones anticipadas en lugar de apoyar un gabinete encabezado por Livni. Peres se reunió ayer con representantes de Kadima, del Partido Laborista, del religioso Shas y del Likud, y mañana recibirá a las demás facciones.
Si Livni no logra formar gobierno en seis semanas, se llamará a elecciones generales para febrero próximo. Livni ya ha dicho que desea presentar una coalición de gobierno en no más de diez días, declaración que fue interpretada como una virtual amenaza política a sus potenciales socios.
Livni ha mantenido contactos destinados a garantizar la rápida formación de un nuevo gabinete. Aún le falta reunirse con el ex primer ministro y actual jefe laborista y ministro de Defensa, Ehud Barak, y con el también ex premier y jefe del Likud, Benjamin Netanyahu.
Fin de una era
El objetivo de Livni, en principio, es evitar negociaciones que la obliguen a revisar los lineamientos básicos del gobierno, ya que desea mantener la actual política de Kadima.
"La era Olmert ha terminado", informaban ayer los medios de comunicación locales, al consignar la renuncia del primer ministro, acosado por las denuncias de corrupción.
Sin embargo, Olmert continuará en el cargo como jefe de un gobierno de transición hasta que Livni haya formado un nuevo gabinete con apoyo de la Knesset.
En la práctica, puede que Olmert siga a cargo del Poder Ejecutivo durante varios meses, lo cual crearía una situación incómoda, dado que Livni ha dejado en claro que "no hay tiempo para juegos políticos porque hay mucho trabajo por hacer".
De convertirse en primera ministra, Livni deberá traducir en hechos su compromiso de continuar con el proceso de paz, en el que tiene desde hace tiempo un papel protagónico como jefa del equipo negociador central con los palestinos.
Del lado palestino, en tanto, hay cautela. La Autoridad Nacional Palestina afirmó que las elecciones en Kadima son "un asunto interno de Israel". Saeb Erekat, negociador palestino, destacó el hecho de que Livni participara en las negociaciones y de que se comprometiera a buscar un acuerdo negociado entre las partes.
"Pero nosotros negociamos con Israel, y con Israel buscamos un acuerdo, no con una figura determinada", dijo Erekat a LA NACION.
En la Franja de Gaza, en tanto, Muhammad Madhun, jefe del Consejo Presidencial del gobierno de Hamas, declaró a LA NACION: "No hay diferencia para nosotros entre Livni, Mofaz [Shaul, ex candidato de Kadima derrotado por Livni], Olmert o Netanyahu. Ninguno está dispuesto a lograr la paz, sin imposiciones, con los palestinos". LA NACION