Burman visitará la Santa Sede y recibirá un premio del Vaticano.

Apurado y con la sensación de que el tiempo no le alcanza para cumplir los compromisos de su ajustada agenda, Daniel Burman, se dispuso  a dialogar con AJN sobre la cita más importante que tiene por delante: nada más ni nada menos que ir al Festival de Venecia, está vez no como competidor, sino para recibir un prestigioso premio que brinda el Vaticano.

El galardón se llama "Robert Bresson", en honor al importante cineasta francés y fue instaurado en el año 2000 por el entonces Papa Juan Pablo II para aquellos cineastas que poseen una mirada profunda sobre los derechos humanos.

"Es la primera vez que me pasa que estoy ansioso y nervioso porque es una ceremonia bastante oficial. Me honra recibir un premio de manos de la Santa Sede porque me premia alguien que es diferente, que no es parte de mi día a día", dijo Burman y agregó: "Tiene un sabor muy especial y te pone en una posición muy especial de reflexionar sobre lo que vos haces, sin embargo, también te pone algún tipo de responsabilidad para lo que vendrá".

Burman, que ya tiene casi listo su discurso de agradecimiento, aunque prefirió no adelantarlo, no peca de falsa modestia cuando dice que considera a este premio como "excesivo" para él.

"Es matemática pura yo tengo 35 años y mi carrera recién empieza", expresó Burman en relación a la extensa trayectoria de los premiados anteriores como ser los directores Wim Wenders o Giuseppe Tornatore.

Consultado sobre su propia identidad judía y su influencia en esa atmósfera tan especial que logra en sus escenas, Burman destacó que no siente la responsabilidad de llevar la cultura judía a quienes la desconocen sino que ocurre porque en su escritura "está incluido el judaísmo de una manera muy especial".

"Tiene que ver con vivir la identidad de manera natural y con alegría y que no sea un tema conflictivo, nunca fue conflictivo ser judio para mi, es más, creo que es una de las mejores cosas que me pasaron", señaló el director, guionista y productor.

Si bien es conciente de que su calidad de judío es destacada en cada una de sus apariciones públicas, Burman no lo vive como una molestia y asegura que para él "ser judío" o como "ser hombre" y trata de vivir su religión no como una "Etiqueta impuesta" sino como una "puerta abierta en donde hay un canal infinito en el cual uno puede unirse con su pasado y reflexionar".

"El tema del eslabón de la cadena, yo no lo vivo así, es una visión muy relativista. Yo no trasmito por los que vienen  después, yo prefiero transmitir porque realmente me convence. El tema de la transmisión es riesgoso, hacer las cosas porque detrás hay una tradición de 5 mil años no me parece una gran idea. Yo creo que determinadas cosas hay que vivirlas y hacerlas porque nos conectan con nuestra esencia y porque sí, hace 5.000 años, que conectan a la gente con su esencia.

Me da miedo hacer las cosas "porque siempre fueron así", hay que llegar a ese lugar pero empezando desde otro, desde una búsqueda interior", subrayó Burman en diálogo con esta agencia.

En su calidad de gran observador de las cosas que pasan en el seno de la colectividad judía, Burman no quedó afuera del conflicto retórico que se produjo con la nueva asunción de la presidencia de la AMIA y la discusión que se generó en torno al "judaísmo genuino" y el que no lo es tanto…

"Me parece que estuvo un poco sobreactuado el asunto porque desde que yo era chiquito escucho en los countrys este tema de quién es más o menos judio. Es algo que esta en el seno de la comunidad desde Abraham y lo escuchas en cualquier mesa de Bar Mitzvá.", indicó el cineasta y reflexionó: "Borger expresó mediaticamente algo que está muy instalado en el inconsciente colectivo de la comunidad, en ese aspecto no me parece malo y considero que lo que se hizo fue atacar al mensajero. Yo no estoy de acuerdo pero reconozco que expresó algo que esta metido en una parte muy grande la comunidad", concluyó.

Antes de terminar las valijas para ir a Venecia y luego a una visita al Vaticano, invitado por la Embajada Argentina en la Santa Sede, Daniel Burman analizó el aporte de la cultura judía al arte en general y dijo:

"Creo que hay ciertos conceptos que están en las bases del judaísmo como el libre albedrío, la palabra, la transmisión, lo oculto, lo velado y lo develado y una reflexión sobre el hombre que es como el motor mismo de la actividad artística porque sin reflexión no hay arte. El arte es una reflexión emocional que está en las bases mismas del judaísmo. Mucho del aporte judío a la cultura tiene que ver con los conceptos filosóficos básicos del judaísmo y con la palabra como sanación.

Para mi, la historia del judaísmo, y su modo de ver al mundo, son herramientas de reflexión extraordinarias y una base de construcción artística fascinante", afirmó.