La comunidad “tiene que cambiar todo su presupuesto en función de las necesidades reales del momento actual y terminar con la asimilación”, afirmó Ángel Barman, representante del sector ortodoxo judío con miras a las elecciones de autoridades de la AMIA que se realizarán en menos de dos semanas.
El movimiento “tradicionalista” esgrime como bandera principal la lucha contra la asimilación y propone mayor atención a la educación y a los más necesitados, sean parejas jóvenes, ancianos, problemas psíquicos o físicos.
“Hay que hacer una comunidad verdaderamente judía para los judíos”, dijo Barman en declaraciones a AJN.
Remarcó que los más de 200 mil judíos que habitan en la Argentina “conocen los problemas y la tremenda asimilación que está sufriendo la comunidad”, y aseguró que por ese motivo esperan “tantos votos” en los comicios.
Barman explicó que el Bloque Religioso Unido surgió de un “espacio vacío” que había en la AMIA: “Teníamos la necesidad de ser escuchados y tener más presencia en la comunidad, nos juntamos para tener más representatividad”, expresó.
Asimismo, aseguró que en los últimos años muchas personas volvieron a las raíces, formas y tradiciones religiosas, a la vez que comentó que “hay bastante gente no tradicionalista que nos apoya”
El movimiento está integrado “por gente joven y con experiencia en la gestión” de templos y escuelas de diferentes puntos geográficos de la Capital Federal y Gran Buenos Aires.
“Sabemos lo que hay que hacer y sabemos cómo hacerlo”, dijo Barman. Y continuó: “Necesitamos por lo menos el doble de chicos en las escuelas primarias de la comunidad”.
También criticó el estado de la educación: “Hay chicos pobres que no pueden pagar las escuelas judías y hay chicos que van a escuelas de elite porque el nivel académico de las nuestras no alcanza el de las de primer orden”.
“Creo que vamos a tener una muy buena administración”, dijo antes de recordar su trabajo como tesorero durante la gestión del candidato por el Frente Unido Comunitaria de Abraham Kaul, a quien consideró “muy respetuoso y atento a las tradiciones y forma de vivir” de los religiosos.
Esa gestión, rememoró, fue muy difícil por la época, después del denominado “corralito financiero” y la devaluación del peso, en 2002. “Pero trabajamos muy duro y la entregamos saneada”, finalizó.
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