El ejército se desplegó en el centro de la capital, donde era palpable la alta tensión que reina en Líbano, sumido en una crisis política que opone a la mayoría parlamentaria y a los grupos chiitas partidarios de Damasco y que ha dejado vacante el puesto de presidente del país desde finales de 2007. Los manifestantes, convocados por la mayoría antisiria, empezaron a dirigirse bajo la lluvia hacia la Plaza de los Mártires, muchos de ellos con banderas libanesas y retratos de Hariri, reclamando a la vez la elección de un presidente de la República, que debe votarse en el Parlamento. ‘He venido a manifestarme para que se celebre la elección presidencial y se instaure un tribunal internacional’ destinado a juzgar a los asesinos de Hariri, declaró a a la AFP Ramia Gharib, una costurera de unos 40 años. El ex primer ministro fue asesinado el 14 de febrero de 2005 en un atentado con coche bomba que dejó otros 22 muertos en el corazón de Beirut. Pese a ser señalada con el dedo, Siria, que en esa época ejercía un gran control sobre Líbano antes de retirar a sus militares desplegados en el país, ha negado toda responsabilidad en el atentado. Los soldados patrullaban el centro de Beirut y una valla de hierro cercaba la Plaza de los Mártires para separar a los partidarios de la mayoría, de los partidarios de la oposición, que desde hace más de un año tienen instaladas tiendas de campaña en esa lugar en señal de protesta. Las Fuerzas del 14 de marzo, una coalición de grupos antisirios que incluye a la mayoría, desplegaron a su vez sus propias fuerzas del orden, que cuentan con varios centenares de hombres no armados. La circulación de motocicletas en la capital, con frecuencia empleadas por militantes radicales para perpetrar atentados, fue prohibida. Los comercios y las escuelas permanecían cerrados en esta jornada, decretada festiva. El Hezbolá chiita llamó, por su parte, a sus militantes a movilizarse en masa a partir de las 13H00 en la periferia sur de Beirut para rendir homenaje a Imad Mughnieh, uno de los fundadores de su brazo armado en 1983, asesinado en un atentado con coche bomba en Damasco y por el que el movimiento ha acusado a Israel, quien ha negado toda participación. Mughnieh era buscado desde hacía casi dos décadas por la Interpol y Estados Unidos, que lo responsabilizaban de numerosos atentados y secuestros. Las Fuerzas del 14 de marzo, a través sobre todo de Saad Hariri, hijo del ex primer ministro, condenaron su asesinato. Las convocatorias de este jueves coinciden con recientes enfrentamientos armados entre campos rivales, que han dejado varios heridos, y con los discursos de tonos bélicos pronunciados por líderes políticos, haciendo resurgir el fantasma de una nueva guerra civil. La última se alargó quince años, entre 1975 y 1990. La sesión parlamentaria para elegir al presidente de la República ha sido pospuesta 14 veces, debido a las disensiones entre la mayoría apoyada por Occidente y la oposición, que no logran acordar la repartición de poder en el seno del futuro gobierno. La próxima sesión está prevista el próximo 26 de febrero. La gravedad de la situación se hizo evidente en una manifestación de la oposición el pasado 27 de enero en la periferia sur de Beirut, bastión de Hezbolá, que dejó siete manifestantes muertos, entre ellos varios miembros del movimiento. Diecinueve militares y 60 civiles son juzgados por esos incidentes.
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