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Los cambios introducidos en la liturgia catolica por el Papa Benedicto XVI.

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Lei con muchísimo interes la nota de mi amigo y maestro Sergio Berman sobre los cambios introducidos en la liturgia catolica por el Papa Benedicto XVI. Como es sabido, en un gesto hacia sectores tradicionalistas de la Iglesia, el pontífice restableció la posibilidad de rezar en latín, tal como era costumbre antes del Concilio Vaticano II. Como parte de esta ‘restauracion’, la plegaria por la conversión de los judíos – presente en el servicio del Viernes Santo – fue también reinstalada. Comparto con Sergio que la histeria desatada en ciertos círculos judíos por este cambio litúrgico (que, dicho sea de paso, elimina el lenguaje peyorativo para referirse a los judíos) es exagerada y tal vez se exprese de formas que conspiran contra la efectividad del planteo. No obstante, creo que existe cierta ingenuidad en pensar que el cambio litúrgico es solo de forma y que no altera en nada la visión teologica que la Iglesia Catolica tiene de los judíos. Juan Pablo II fue, tal vez, quien mas hizo por acercar a Judios y Catolicos. El Papa polaco, que había sido testigo de las terribles consecuencias del odio que su propia iglesia había ayudado a fomentar, hizo de la reconciliación con los judíos unos de los puntos centrales de su pontificado. Wojtyla no solo cimento los cambios que introdujo el Concilio Vaticano II, sino que los llevo – en términos teologicos – hacia nuevos horizontes que abrieron la posibilidad de un dialogo interreligioso fecundo y sincero. Para renovar los lazos de amor y hermandad con los judíos, a quien llamo ‘nuestros hermanos mayores’, Juan Pablo fue mucho mas lejos que ciertos actos simbolicos, como el pedido de perdón frente al muro de los lamentos o la plegaria en la sinagoga de Roma. Juan Pablo tuvo la osadía de introducir cambios de fondo en la teología católica, removiendo aquellos aspectos que hacían de la enemistad con los judíos un elemento básico de dicha teología. Durante 2,000 anios, dos elementos básicos en la teología católica impedían un acercamiento a los judíos: 1) la creencia en Jesus de Nazaret como el Mesias y rey de los judíos y 2) la “teología de la substitución”, que sostenia que la Iglesia de Cristo había reemplazado al antiguo Israel como portador de la Alianza con Dios. El “antiguo” testamento – pacto – quedaba perimido a no ser como un mero prolegómeno de la una nueva alianza con aquellos que reconocían a Dios por intermedio de su hijo, su Cristo. El sufrimiento de los judíos era auto-infligido. Era consecuencia lógica de su rechazo de la nueva alianza. La tragedia y el exilio judío eran hasta necesarios como prueba de la verdad de la Iglesia. Juan Pablo – con el cardenal Ratzinger como ‘eminence grise’ – tuvo el coraje de cambiar estos elementos fundantes en la teología vaticana. La palabra griega “Khristos” puede ser entendida de dos formas diferentes. Como el Mesias que los judíos esperaban, o como el enviado, o el vehiculo por el cual los gentiles acceden al conocimiento de Dios. Al focalizarse en este segundo significado del lugar del Cristo, Juan Pablo II hizo irrelevante el “rechazo” de Jesus como Mesias por parte de los judíos. Según esta línea de pensamiento, Jesus no vino al mundo para invalidar la Tora de Israel, sino para ofrecer una nueva alianza a los gentiles, quienes no estaban incluidos en el pacto entre Dios y la casa de Jacob. “No vengo a cambiar ni una letra de la Ley” dijo Jesus. La aceptación de Jesus como Mesias por parte de los judíos pasa a tener un rol totalmente secundario en la cosmovisión cristiana. En este contexto, la nueva alianza no reemplaza la original, sino que la extiende a todos los pueblos (La palabra Catolico en griego significa “universal”). Ese es el significado profundo de llamar a los judíos “hermanos mayores”. Es reconocer a la Iglesia como extensión y no como reemplazo de la Alianza (testamento) original. El Concilio Vaticano II dio el primer paso al reconocer que los judíos podían salvar su alma sin convertirse y a pesar de ser judíos. Juan Pablo dio un paso mas al establecer que los judíos accedían a la salvación no “a pesar” sino precisamente por respetar su propia religión. Si los gentiles se salvan por su fe, los judíos necesitan la ley de Moises, ya que tal es el designio de Dios y el deseo de Jesus. En este contexto, el reconocimiento del Vaticano al Estado de Israel, seguido de la visita pontifical a Tierra Santa, no fue solo un gesto político sino que constituyo una profunda revolución teologica y espiritual. Si antiguamente el exilio y la pérdida de soberanía de los judíos era su “castigo” por no haber aceptado a Jesus como Mesias, ahora el Papa reconocia que los hebreos no necesitaban ‘aceptar a Cristo’ para ser redimidos y recuperar su soberanía política. Al aceptar que los judíos podían acceder a la redención como individuos y como pueblo sin necesidad de convertirse, el Papa reconocia elípticamente que la aceptación de Cristo como Mesias era, en términos teologicos, irrelevante. Por eso, el restaurar una plegaria en la cual se reza por la conversión de los judíos y su aceptación del “Mesias” es mucho mas que una cuestión de forma o de liturgia. Es un manifiesto teologico profundo que oficia de “contra-revolucion” a los cambios doctrinales que construyo Juan Pablo II. La genialidad de Wojtyla había sido el establecer ambas Alianzas como componentes separados, pero vigentes y necesarios en igual medida, en el plan de Dios. En otras palabras, era necesario para la salvación del mundo que los judíos continúen siendo judíos y los católicos continúen siendo católicos. El rezar por que los judíos acepten la nueva alianza implica asumir que la “vieja alianza” carece de relevancia teologica. Si bien el lenguaje derogatorio respecto de los judíos fue excluido, en términos teologicos, la ‘nueva-vieja’ plegaria es ni mas ni menos que un mazazo en la delicada construcción doctrinal de Juan Pablo II. Detrás del lenguaje suavizado, se esconde la vieja idea de que el judaísmo es, en el fondo, un anacronismo. Mas preocupante aun es que estos cambios son representativos de una política de acercamiento a los sectores mas conservadores y preconciliares de la Iglesia por parte del Papa alemán. El delicado equilibrio que Wojtyla había mantenido entre reformistas y conservadores se rompió a favor de los segundos. Cabe preguntarse con cierta preocupación si este no es solo el primero de una línea de cambios que preanuncian una Iglesia mas conservadora, menos abierta y menos pluralista. Es no menos cierto que los judíos también tenemos trabajo que hacer en términos teologicos para fomentar el acercamiento con nuestros hermanos católicos. Asi como Juan Pablo reconoció al judaísmo no como un anacronismo, sino como una alianza vigente, tal vez nosotros también debamos ver al cristianismo no como una “desviación” del judaísmo original, sino como una parte integrante del plan de Dios. Como si el Dios de Israel diversas formas para hacerse conocer por diversos pueblos. Ya Rambam declaraba en el siglo XII que ‘debemos amar a los cristianos, pues gracias al cristianismo los gentiles se alejaron de la idolatría y conocieron a Dios’. Desgraciadamente, los siglos de persecuciones por parte de la Iglesia, y la intención de esta de delegitimar la antigua alianza genero un efecto reflejo y nos impidió ver que el crecimiento del cristianismo podía tener, en términos teologicos, una significación positiva. Al denostar la antigua alianza, la Iglesia también nos alejo de Rabi Yeshua, que es como nosotros conoceríamos hoy a Jesus de no mediar siglos de persecución y odio. Jesus fue hasta su muerte fiel a la tradición judía en su version fariseica y sus ensenianzas caben, tanto tematica como teológicamente, en el canon judío. El fanatismo – al querer forzarnos a aceptar a “Khristos” – nos quito a nuestro Rabi Yeshua. Una diferente teología católica nos permite también recuperarlo. Sergio tiene razón en decir que el mesianismo nos reúne a católicos y judios en torno a la esperanza de un mundo mejor, mas humano, menos violento. Podemos trabajar en este terreno común si lo abonamos de tolerancia, de amor y de sentido. Pero el reconocimiento mutuo es vacuo sin la legitimación mutua. Reinstaurar la plegaria por la conversión de los judíos es un paso fuerte y profundo en la dirección equivocada. Andres S

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