Jan Eric Dubbelman, jefe del departamento Internacional de la Fundación, ha sido más claro aún. “Es verdad que hay ciertas diferencias de opinión entre Suiza y nosotros. Pero no hay problemas legales, ni tampoco se están preparando demandas ante los tribunales”, aseguró ayer en conversación telefónica desde Amsterdam.
“En Amsterdam confiamos en el buen gusto de la producción española. Por otro lado, se trata de una adaptación que no emplea pasajes literales del libro. El equipo (al frente del cual figura Rafael Alvero como director ejecutivo de la obra) visitó la casa el pasado enero y preguntó muchas cosas para no errar en los hechos. Pero al no ceñirse al texto escrito por la niña, tampoco debe haber problemas con el Fondo de Ana Frank de Basilea (Suiza), dueño de los derechos de traducción del Diario”, añaden en la Fundación holandesa. Otto Frank, el padre de la joven autora, fue el único que regresó de los campos de concentración. Ana, su madre, Edith, y su hermana Margot, perecieron antes del final de la II Guerra Mundial, y él alentó el recuerdo de la pequeña a través de sus notas.
Aunque así combatió la intolerancia y la guerra, las adaptaciones literarias o cinematográficas del diario de su hija le afectaban mucho.
Tanto, que a partir de 1959 ya no volvió a ceder los derechos de autor para ello. Desde su muerte en 1980, tampoco la Fundación holandesa había apoyado proyectos de esta clase.