La inmigración bajó 6% con respecto a 2006, mientras que la procedente de los países de la ex URSS, que representa alrededor de 30% del total, caía 15%.
Durante 2007, 6.445 inmigrantes llegaron de la ex Unión Soviética, 3.607 de Etiopía, 2.957 de Estados Unidos y Canadá y 2.659 de Francia.
Zeev Bielsky, el presidente de la Agencia Judía, el organismo paragubernamental encargado de la inmigración, manifestó su «inquietud» ante esta baja continua.
Para explicar este fenómeno afirmó que los judíos de la diáspora tenían «menos motivos para abandonar sus países de origen», en una entrevista difundida por la radio militar israelí.
Entre otras causas señaló la disminución de la inmigración procedente de Francia, destacando la popularidad del nuevo presidente Nicolas Sarkozy, electo en mayo, «en la comunidad judía, que se siente más segura».
También destacó «la mejoría de la situación económica en Rusia, donde las comunidades judías son prósperas».
Desde fines de la última gran ola de inmigración en el 2002, durante la cual casi un millón de judíos de los países de la ex URSS llegó a Israel en diez años, la inmigración baja constantemente.
Por otra parte, en los últimos años, más de 50% de los inmigrantes de la ex Unión Soviética no son considerados judíos por los rabinos.
La «Ley del retorno» otorga la nacionalidad a los judíos que vienen a instalarse en Israel. Los no judíos pueden beneficiarse si su cónyuge o uno de sus padres es judío.