Por Jana Beris.
De hecho, originalmente de 4 km de alcance, llegan hoy a entre 10 y 13 km, y los grupos armados palestinos que los desarrollan prometen que seguirán mejorando sus condiciones, de modo tal que abarquen una mayor superficie del territorio israelí.
Pero la pregunta es cómo puede ser posible que un país como Israel, con desarrollado poderío militar y alto nivel tecnológico, no tenga todavía una respuesta para cohetes de fabricación casera como los Qassam y sus pares.
«Su fuerza está justamente en su debilidad», dice a BBC Mundo Giora Eiland, ex director del Consejo de Seguridad Nacional.
«Técnicamente no existe hoy ni en Israel ni en el mundo un medio que sea capaz de ubicar a tiempo todo cohete de este tipo y destruirlo. Cuanto más primitivo es el cohete, más difícil es interceptarlo y alterar su acción», agrega.
Este oficial de alto rango ya retirado sostiene que se trata ante todo de «un problema tecnológico, no operativo ni de inteligencia».
Difícil de interceptar
El ex general Yaakov Amidror, quien fuera comandante del Colegio Superior de Seguridad Nacional y es hoy jefe de proyectos de un instituto de investigación en Jerusalén, explica a la BBC cuáles son las limitaciones centrales.
«El cohete es disparado desde muy cerca del territorio israelí y su vuelo hasta la meta lleva sólo unos 15-20 segundos, es de corto alcance, su vuelo es corto y de baja altura, lo cual complica la labor de interceptarlo», dice.
Existen tecnologías que en principio podrían lidiar con este problema, pero ninguna es operativa por ahora.
Cuanto más primitivo es el cohete, más difícil es interceptarlo y alterar su acción
Giora Eiland
Actualmente están siendo desarrollados dos proyectos separados de misiles anti-misiles, en RAFAEL (sigla hebrea de Autoridad de Desarrollo de Medios de Combate) y en la industria aeronáutica de Israel, pensados justamente para los Qassam y los Katiushas, de mayor alcance, pero no estarán prontos hasta dentro de dos años.
Lo que más discusiones ha producido es el láser, o sea el sistema de defensa anti-misiles conocido en Israel con el nombre «Nautilus». El proyecto estaba siendo desarrollando conjuntamente con Estados Unidos, pero en el 2005 fue congelado por decisión del entonces ministro de Defensa Shaul Mofaz..
Poco práctico
Yosi Arazi, de los encargados de su desarrollo, declaró días atrás al programa «Uvda» del Canal 2 de la televisión israelí su frustración al respecto, asegurando que el «Nautilus» podría haber sido la respuesta perfecta para los cohetes disparados desde Gaza.
Las incursiones militares y los bombardeos parecen ser una de las respuestas que han encontrado.
Pero Shlomo Dror, portavoz del ministerio de Defensa de Israel, sostiene que sus ventajas son presentadas de forma exagerada y que «también tiene serias desventajas que lo convierten en algo muy difícil».
Dror explica que «es complejo, engorroso, enorme, sumamente costoso, problemático para el medio ambiente y además tiene el problema de que no podría lidiar con varios cohetes a la vez, porque llevaría días volver a cargarlo».
El Dr. Yuval Steinitz, que fuera entre el 2003 y mediados del 2006 Presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores y Seguridad de la Kneset, Parlamento de Israel, aclara que la recarga, contrariamente a lo dicho, no llevaría días; que el modelo podría funcionar y ser efectivo.
Pero admite que no está exento de problemas, destacando más que nada el hecho que el efecto del láser se ve muy influenciado por las condiciones climáticas.
De todos modos, considera que fue un craso error de parte del ministro Mofaz congelarlo, «porque así como invertimos en defensa anti-aérea, debemos invertir en protección de misiles».
¿Invadir?
En medio de las críticas por el hecho que los cohetes disparados desde Gaza comenzaron a caer en Israel en enero del 2001 y recién años después se empezó a ver qué hacer al respecto en el plano de desarrollo militar, Steinitz expresa, a largo plazo, bastante tranquilidad:
«Así como Israel fue el primero en tener un exitoso misil anti-misil utilizado por la marina, el ‘Barak’, y luego en desarrollar uno como el ‘Jetz’ (flecha), sé que lograremos desarrollar también la tecnología que intercepte a los Qassam, aunque lleve un tiempo más».
Hasta que tecnológicamente sea posible hacerlo, la discusión acerca de cómo frenarlos, se da en otro plano.
Giora Eiland, ex Director del Consejo de Seguridad Nacional, considera que hay dos opciones: conquistar el territorio desde el que se disparan los cohetes o «crear una situación en la que el otro lado no es que no pueda disparar sino que no quiera, que decida que no le conviene».
El general retirado Yaakov Amidror recalca que no habría disparos si Israel controlara el territorio del que se abre fuego.
«Eso lo vemos hoy en Cisjordania», explica a la BBC. «De allí no disparan Qassams, porque nosotros controlamos el territorio y no permitimos que nadie produzca los cohetes ni los dispare».
Pero admite la complicación: «Para llegar a eso tenemos que conquistar parte de la franja de Gaza, lo cual constituye una decisión mucho más compleja desde el punto de vista político, militar, interno ya que recién salimos de Gaza. No estoy seguro de que no vaya a decidirse eso, pero esta opción tiene serias dificultades».
El ya mencionado portavoz del Ministerio de Defensa, Shlomo Dror, opta por destacar la problemática política y moral, cuando se trata de frenar cohetes disparados desde una zona con densa población civil.
Escollo moral
«Si hablamos de un operativo de entrada masiva a Gaza, el problema es que podrían morir numerosos soldados y también numerosos palestinos», dice a BBC Mundo. «Cuando se entra, hay que tener claro cómo y cuándo se sale, porque ya vemos lo que pasa en Irak…», dice.
Y allí pasa a la alternativa, que considera teóricamente útil, pero imposible de concretar.
«Otro sistema es bombardear intensamente cualquier sitio del que se dispara cohetes, lo cual seguro los frenaría, pero ello supone un problema moral, ya que sabemos que disparan desde zonas habitadas y aunque cabe suponer que mataríamos a la célula que disparó, también podrían morir numerosos civiles. Eso no lo queremos ni podemos hacer».
Mientras tanto, el Ministro de Defensa Ehud Barak, aseguró días atrás a la población de Sderot, que «hallaremos la respuesta a los Qassam».
No hay certeza acerca de cuándo estaría lista, pero seguro llevará, desde el punto de vista de la tecnología a desarrollar, por lo menos dos años.
«Se tendría que haber empezado mucho antes», reprochan en Sderot.