Miles de familias decidieron emigrar del país en las horas siguientes a que Fernando de la Rúa dejó la presidencia argentina a bordo de un helicóptero, al cabo de dos jornadas en las que más de treinta personas fueron asesinadas entre saqueos a comercios y protestas callejeras.
La crisis económica en la que quedó sumida la nación llevó a muchos a buscar nuevos horizontes. Ante esa situación, cada grupo social se aferró como primera opción a la tierra de sus antepasados; la familia Stambulsky, al igual que otros judíos, eligió Israel.
«Decidimos viajar con mi esposa porque estaban yendo mal las cosas y se vislumbraba lo que pasó», expresó Claudio Stambulsky, padre de dos hijos, en diálogo con la Agencia Judía de Noticias (AJN).
Recuerda claramente aquel 24 de diciembre de hace seis años. «En aquellos días nos íbamos cinco o seis familias por mes a Kiriat Bialik, pero a partir de enero partían entre 17 y 20, todas en una situación crítica en serio».
«Fue cuando como te vas de tu casa y te va mal. Pensás: ‘se me acabó la guita, ¿adónde vuelvo?’ Y volvés a lo de tus padres. Bueno, viajar a Israel es lo mismo».
Claudio Stambulsky tenía la preocupación de cómo afrontaría la realidad de un país en conflicto, donde ocurrían atentados. «Allá la inseguridad pasa por otro lado, no por si te van a robar el auto», comparó.
Para esta familia argentina, «la primera dificultad fue el idioma. Si bien yo sabía algo de hebreo –contó Claudio–, igual no podía leer el diario y conseguir trabajo estaba relacionado con el nivel del idioma que uno tenía».
Otro de los inconvenientes fue adaptarse al nuevo estilo de vida. El «Pelado», como lo conocen sus amigos del club, jugaba al básquetbol en Macabi –sus hijos hoy practican el mismo deporte en la misma institución– y con su familia participaba de varias actividades sociales. «Eso en Israel no existe, falta toda la parte social», indicó.
Y esa fue una de las razones por las que regresó a Argentina el 1 de mayo de 2004, casi tres años después de la peor crisis social y económica en la historia del país.
«Yo no me volví porque no tenía trabajo o porque estaba mal, sino porque me faltaba la mitad de mi vida. Lo primero que hice cuando regresé fue ir a Macabi», dijo.
Y agregó: «Al resto de la vida uno se acostumbra. A pesar de eso un día fui a trabajar a un kibbutz donde había argentinos y almorzamos milanesas: yo estaba feliz, aunque mis compañeros rusos y árabes no entendían nada, pero había milanesas».
«Lo que pasa es que uno, además de ser judío, es argentino. Y extrañás el ser argentino. Te falta Fútbol de Primera o Marcelo Tinelli. Aunque podés vivir sin eso, vos estás acostumbrado y a la larga eso es lo que más te falta».
En la actualidad, Claudio Stambulsky trabaja en un local textil.
HA-GT
155