La traducción literal de «mentch» es «persona». Pero es mucho más que eso. Es una palabra del idish que intenta definir a alguien que piensa y actúa para tornar el mundo más rico en justicia, bondad y compasión. Todos poseen el potencial para tornarse «mentch». El mentch no nace. Se hace por sí mismo. Según el judaísmo cualquier persona es capaz de practicar el bien, ser justo, y tener compasión.
Puede no ser fácil , pero nunca imposible. El ser mentch, según el rabino Rami Shapiro, depende de la motivación. Es común escuchar – lo decían los filósofos de la revolución francesa– que las personas son intrínsecamente buenas, y que la sociedad, o las circunstancias, las tornan malas.
Este principio es contrario a la teoría del ser «mentch». Para el Talmud, las personas nacen con la capacidad de ser buena o mala gente. Pero «mentch» es la posibilidad de una actitud buena y positiva, cuando las circunstancias justificarían actos negativos.
Practicar el «mentch» significa no especular en beneficio propio, sino del bien y la armonía. El mal siempre encuentra en la conciencia un argumento que lo racionalice y lo justifique, pero cuando uno reconoce que en circunstancias es capaz de obrar mal o bien, teniendo la sensibilidad de juzgar sus propias acciones hacia un comportamiento que valore la vida, eso significa tener un comportamiento «mentch».
En cuanto al ser justo: ¿Dónde se encuentra el mentch dentro de cada uno de nosotros? Creemos que en nuestra alma se aloja el ser, el «yo» y que el «ser yo» es un «objeto» interno. La literatura de autoayuda que tanto pulula, se basa en mirar nuestro interior para encontrar la perfección. Pero este concepto es errado: a) Lo justo no se vincula con un trabajo interno, aislado del mundo que nos rodea; b) El «ser» humano, el «ser» justo no es un objeto. Es un verbo, es un proceso, es una acción a través de la cual hoy puedo ser más justo que ayer, y mañana, más que hoy. Por eso el mentch dentro de cada uno de nosotros no es estático, fijo, incapaz de cambiar. Un «mentch» nunca se halla a sí mismo estático y cautivo de un pasado, ni preso de los hábitos familiares o sociales, ni echa culpas a los otros.
«Ser mentch» es un verbo y significa tornarse perfectible. Y por último: «tener compasión», que es la habilidad del «mentch». Es la etapa en que aunque nos crean tontos, damos un salto más allá y reconocemos que el otro es tan imperfecto como uno, pero con la misma capacidad de transformarse y perfeccionarse. Compasión no es lástima, sino la altura para ver las cosas con armonía, delicadeza y hasta humor.
Mentch amalgama estos seis conceptos y verbos: bondad, justicia, compasión, practicar, ser y tener. Combinados con sensibilidad y sabiduría vamos a encontrar la fórmula, según la tradición judía, para que nuestra vida se torne más bella.
Valores Relogiosos, Clarin.
Kol Bet El.
210