Jerusalem, la capital de Israel, se encuentra en el corazón del país, recostada entre los Montes de Judea. Las antiguas piedras de la ciudad, saturadas de milenios de historia y sus numerosos sitios históricos, santuarios y lugares de culto, están llenas de significado para judíos, cristianos y musulmanes. Su moderna arquitectura, amplios parques, paseos, zonas industriales y suburbios en expansión pregonan sus esperanzas para el futuro.
La brillante luminosidad de Jerusalem, dorada por los rayos del sol, y plateada a la luz de la luna, es de un impacto con el que sólo puede competir el caleidoscopio de su gente – algunos descendientes de varias generaciones de jerosolimitanos, otros provenientes de todos los confines del mundo. Mezclados con personas que visten todo el espectro de la últlma moda, encontramos judíos ultraortodoxos con sus trajes oscuros, mujeres árabes envueltas en túnicas de coloridos bordados y clérigos cristianos con sus sombrios hábitos.
Jerusalem, ensalzada por los profetas, alabada en la literatura y la liturgia y loada por los poetas, cercana y lejana, a lo largo de las generaciones.