Un cuadro de Lucas Cranach el Viejo (1472-1553) adquirido por la National Gallery londinense en Nueva York en 1963 ha pasado a engrosar la lista de obras de arte de dudosa procedencia.
Se trata de una preciosa alegoría del pintor alemán renacentista que muestra a un pequeño Cupido que ha robado un panal de miel y se queja a Venus de las picaduras de las abejas.
La pareja aparece junto a un manzano y Venus, de semiperfil y agarrada a una de las ramas del árbol, se muestra al espectador en toda su fascinante belleza.
La famosa pinacoteca londinense pagó en su día 34.000 libras por esa obra maestra, pintada en torno a 1525 y que es una de las favoritas del público entre las que allí se conservan.
Según informa hoy el diario «The Daily Telegraph», el cuadro perteneció a un coleccionista de Frankfurt llamado Emil Goldschmidt y fue vendido a una casa de subastas berlinesa en 1909.
Se cree que el cuadro lo compró luego una familia judía, fue después objeto de saqueo por los nazis hasta que se quedó con él una corresponsal de guerra estadounidense llamada Patricia Lochridge Hartwell.
La propia Hartwell se quedó supuestamente con el cuadro cuando asumió el control por un día de Berchtersgarden, la antigua residencia de Hitler, experiencia a la que dedicó incluso un artículo.
El mariscal Hermann Goering acumuló el arte saqueado en Europa, del que formaban parte obras de pintores como Rembrandt, Rubens o Canaletto, botín que los nazis llevaron a Berchtersgarden antes de la llegada de las tropas norteamericanas.
En su diario, la periodista Hartwell escribió: «Como gobernadora (de Berchtersgarden) asumí el control del arte robado por Goering, valorado en cien millones de dólares».
El hijo de la reportera, Jay Hartwell, declaró al periódico «The Art Newspaper» que a su madre le dijeron que podía llevarse lo que quisiera de aquel enorme depósito de arte.
La National Gallery, que años después compró el Cranach de buena fe, ha decidido añadir ahora, sin embargo, el cuadro a una lista de obras «procedencia no aclarada» y ha solicitado información para intentar determinar quiénes fueron sus propietarios.
Si alguien reclama la pintura y documenta de modo fehaciente su propiedad, tendría derecho a exigir su devolución o una compensación multimillonaria.
Según Anne Webber, de la Comisión para el Arte Objeto de Pillaje en Europa, la National Gallery debería emprender una investigación a fondo para tratar de identificar a los propietarios aunque «es posible que los nazis aniquilasen a la familia y destruyeran los documentos».