Luego de los ajetreados días que precedieron la conmemoración del atentado a la AMIA y junto a la preocupación que produjeron las expresiones del Presidente de la Nación, cuando en un acto público respondió a los dichos del doctor Luis Czyzewski pronunciados el 18 de julio, la máxima dirigencia comunitaria comenzó a ocuparse en forma prioritaria de la situación que se está desarrollando en Medio Oriente.
El jueves 20 de julio, participó en la concentración que se realizó en Avenida de Mayo y Chacabuco – frente a la sede de la representación diplomática israelí en la Argentina – como una forma de demostrar la solidaridad de la comunidad judía del país con el Estado de Israel, para luego organizar un acto durante el cual el Embajador israelí, doctor Rafael Eldad, pudiera tomar contacto con los miembros de la comunidad y explicarles aspectos del enfrentamiento bélico, con el Hamas primero y la Hezbollah después, que pese a la amplia cobertura periodística generan confusión.
Ese acto, a efectuarse el próximo martes, 1º de agosto, en las instalaciones del Club Náutico Hacoaj, es organizado por la AMIA, la DAIA y la OSA, y al mismo se ha convocado a todos los miembros de la comunidad.
Colaboradores de AJN conversaron, en forma privada, con israelíes que se encuentran trabajando en Argentina, los que nos manifestaron que a su entender los miembros de la comunidad no comprenden los momentos dramáticos que está pasando Israel, donde más de un millón de habitantes – judíos, árabes y drusos – del norte israelí tuvieron que abandonar su rutina diaria para refugiarse de los ataques misilísticos de la Hezbollah, algunos dejando sus casas para irse a otras zonas del país y la mayoría permaneciendo horas en los refugios antiaéreos.
Tampoco conciben que judíos acuerden con quienes afirman que la respuesta israelí, a los ataques que recibe, es exagerada, cuando la Hezbollah utiliza armas sofisticadas y se mezcla con la población civil libanesa para realizar sus acciones contra territorio israelí.
Pero quizás lo más preocupante es que, algunos de esos israelíes, creen que los dirigentes de la comunidad no se percataron de la gravedad de la situación, que primero el Hamas y luego la Hezbollah hayan atacado puestos militares israelíes que estaban en territorio internacionalmente reconocido como perteneciente al Estado de Israel, provocando bajas y secuestrando a un soldado en el sur y dos en el norte de Israel.
Para ellos, los israelíes, es inconcebible que los judíos argentinos toleren, por omisión, que en las manifestaciones que se realizan contra de Israel y en apoyo a los guerrilleros palestinos participen personas enmascaradas, llevando palos y banderas de la Hizbollah.
Frente a estas posturas, que si bien pueden ser explicadas, tenemos que reconocer que para quienes tienen parientes y amigos en las zonas que están siendo atacadas con misiles o son soldados del ejército israelí, no son válidas.
Pero también que tanto en la comunidad como en la sociedad argentina existe una gran confusión sobre que fue lo que motivó los ataques a Israel.
Es innegable que la imagen del Estado de Israel no es la mejor para un país que atraviesa un conflicto como el actual y que esto se debe a varios factores que es necesario especificar.
El primero se relaciona a lo que generalmente se define como la lucha de «David contra Goliat, es decir del débil contra el fuerte. Israel hasta 1967 eran popularmente identificado con David, pero a partir de su espectacular triunfo militar en la Guerra de los Seis Días esa imagen se fue modificando y el papel de David ocupado por los palestinos, y la gente normalmente se identifica con el más débil.
Otro aspecto es el ancestral antisemitismo existente en occidente, y si bien luego de la finalización de la Segunda Guerra Mundial ser antisemita no es políticamente correcto, ese sentimiento no desapareció y muchos comenzaron a expresarlo manifestándose como antisionismo o antiisraelísmo.
También influye, especialmente en los países europeos, la culpa que sintieron, y sienten, por haber permitido que Hitler hiciera lo que hizo, la que ahora tratan de eliminar diciendo que Israel, el Estado Judío, hace lo mismo.
Un factor, no menor, es el desprecio generalizado que los «progresistas» occidentales sienten por los Estados Unidos, que extienden a Israel por considerarlo un país protegido por Washington.
Otro de los aspectos que, por lo menos en Argentina, genera confusión es la relación entre el Estado de Israel y los palestinos. Hasta hace aproximadamente dos meses existían esperanzas concretas de que las negociaciones entre el gobierno israelí la Autoridad Palestinas avanzarán.
Habían concluido los procesos electorales, Israel tenía un nuevo gobierno dispuesto a mantener el diálogo con el presidente de la Autoridad Palestina, el que enfrentado con el Hamas estaba decidido a convocar a un plebiscito para que la población palestina decidiera si continuaba negociando con Israel o no.
El Hamas, mientras tanto, se había iniciado un debate interno entre quienes deseaban continuar no reconociendo a Israel y aquellos pragmáticos que opinaban era conveniente encontrar un salida que sin aceptar la totalidad de las condiciones pretendidas por los israelíes: el pleno reconocimiento, que concluyeran los ataques terroristas y que se desarmaran, les permitiera evitar el plebiscito en el que, según las encuestas, obtendría la mayoría la propuesta del presidente de la Autoridad Palestina, haciendo trizas el triunfo que el Hamas obtuvo en las elecciones parlamentarias de enero pasado.
Frente a esta situación se produjo la orden del máximo líder del Hamas, exilado en Damasco, de intensificar los ataques a las poblaciones judías cercanas a las fronteras de la Franja de Gaza y al puesto militar israelí, ubicado en territorio que nunca estuvo en discusión provocando bajas y secuestrando al soldado Shalid.
Por qué dio esa orden no lo sabemos, pero no es descabellado imaginarnos que puede haber pensado que ante un hecho de esa magnitud Israel reaccionaría, cosa que hizo, y que de esa forma lograría dos cosas, la primera evitar que el debate interno dentro del Hamas se intensificase, y segundo que la comunidad internacional condenara a Israel. Lo primero puede haberlo logrado, pero lo segundo, no.
Dos semanas después, la Hizbollah realizó un ataque similar al del Hamas en el norte israelí, en el que además de matar soldados israelíes, secuestro a dos. Teniendo en cuenta que la Hezbollah es a la vez una organización guerrillera y un partido político libanés, que responde a las instrucciones que recibe desde Damasco y Teherán, es innegable que efectuó el ataque debido a que desde esas ciudades se lo ordenaron, al igual que iniciara un fuerte ataque con misiles sobre las ciudades y poblaciones de la Galilea.
En el año 2000 la Hizbollah realizó un ataque similar e Israel no respondió, quizás en Damasco y en Teherán pensaron que en esta oportunidad pasaría lo mismo, pero no fue así, y si bien no existe un estado de guerra formalmente declarado, el gobierno israelí decidió que debía actuar pues la cantidad de pertrechos militares acumulados y los emplazamientos subterráneos construidos por la Hezbollah desde que Israel abandonó la franja de seguridad en el sur de El Líbano convertían a este ataque en algo muy distinto que el anterior.
En este caso también cabe preguntarse por qué Damasco y Teherán ordenaron lo que ordenaron la Hezbollah. Algunos analistas políticos internacionales, que no son precisamente proisraelíes, plantean que el gobierno iraní quería descomprimir las presiones que se ciernen sobre la construcción del reactor nuclear que está llevando a cabo, y que la represaría israelí le sería útil para lograrlo, ya que obligaría a las potencias a ocuparse de la situación en Medio Oriente.
Pero he aquí que en este caso se produjo una variante con respecto a anteriores acciones de represaría israelí. Se reconoció que Israel fue atacada y que tiene derecho a defender a sus habitantes, lo que algunos países le critican es que lo hizo en forma exagerada, cómo si el hecho de que la Hizbollah tenga cerca de 15.000 misiles, muchos de ellos con un alcance que supera los 120 kilómetros portando cargas de más de 100 kilogramos no sea motivo suficiente para que actúe como lo está haciendo.
También se le critica a Israel que sus ataques aéreos afectan a la población civil libanesa, pero es sabido por todos los servicios de inteligencia que la Hizbollah, al igual que el Hamas, y todos los grupos guerrilleros, se mezclan con la población civil para camuflar sus actividades.
Cuando Israel se retiró del sur de El Líbano, uno de las cosas que debía implementar el gobierno libanés era que su ejército se haga cargo de la región, desarmando a las milicias palestinas. La realidad es que no lo hizo, y ahora plantea que no es su responsabilidad el ataque que la Hezbollah realizó. Esto último es cierto, pero consecuencia de su propia decisión pues en el actual gobierno libanés la Hizbollah esta a cargo de tres ministerios y 15 de sus hombres ocupan bancas en el parlamento.
Debido a que estos hechos que hemos comentado son antecedentes que permiten entender las motivaciones subyacentes de la actual situación de Medio Oriente, y que pese a la amplia cobertura periodística no son muy conocidos, tanto en la comunidad como en toda la sociedad argentina, se produce – a nuestro entender – la confusión que mencionamos más arriba.
Nos imaginamos que en la reunión que el Embajador Eldad mantendrá con los miembros de la comunidad el próximo 1º de agosto, los mismos serán debidamente explicados permitiendo de esa manera una mejor comprensión del accionar israelí, por lo menos entre los judíos argentinos.
Lic. Eduardo Alberto Chernizki, espacial para la Agencia Judía de Noticias – AJN
185