Uno del grupo, Chaim Nevo de 50 años, dijo que ellos habían llegado para «salvar a los soldados y darles poder», proclamando que la guerra había comenzado porque el gobierno había abandonado partes de una «Israel más grande». «El Torá dice que si alguien está tratando de matarte, hay que matarlo primero», dijo. Regresando ayer por la zona fronteriza hacia el oeste, se podían ver las banderas amarillas de Hezbolá en dos o tres puntos a lo largo de la cadena decerros en el sur, incluyendo en el borde de Maroun ar Ras, de donde las fuerzas israelíes aparentemente no se han dignado a sacarlos.
En declaraciones a un diario libanés, el jefe de Hezbolá aseguró que «la incursión israelí no detendrá el lanzamiento de cohetes». Por el momento, es notorio que no haya sido posible. Docenas de Katyushas cayeron sobre el norte de Israel hiriendo a ocho personas. En los mismos lugares que en los últimos 13 días: Haifa, Acre, Safed y media docena de pueblos más. Fuentes militares estiman que Hezbolá dispone de suficientes cohetes –al comienzo de las hostilidades se calculaba que contaba con unos 12 mil– para continuar atacando durante un mes. Aunque los mandos israelíes dicen haber destruido más de 2 mil Katyushas, el arsenal permanece nutrido, porque la guerrilla no ha disparado todavía ni dos mil proyectiles.
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