Velsiuk emigró a Israel desde Ucrania a los 16 años en el marco del programa «Naalé» (subiremos a Israel) de la Agencia Judía. Fue adoptado por Dalia Gal , una compañera del kibutz Lahav (granja colectiva) en el sur y madre de una nena de 10 años. El viernes por la mañana, el oficial de la ciudad le informó que a Jonatan no lo encontraban. En horas de la tarde se encontró el cuerpo, pero aun así no le informaron nada, ya que los padres del soldado viven en Ucrania.
El sábado por la mañana aun esperaba Dalia oír buenas noticias, pero por la tarde fue el mismo oficial de la ciudad quien le informó del hallazgo del cuerpo. Hoy domingo, a las 2 AM aterrizó la madre biológica en Israel, pero no se sabe aun donde será sepultado.
Jonathan, a quien apodaban «Fuks» tenía un hermano mas chico que él y sus padres se habían divorciado hace unos años. Estudió en la escuela «Mabuot Neguev» y vivió en «el internado» del kibutz Shuval.
Dalia Gal relató: «Era un chico maravilloso y con un excelente carácter. El se apegó a Israel y se vinculó muy bien con el Estado. Su mamá siempre lo presionaba a volver a Ucrania, pero su deseo era quedarse aquí».
Jonathan le prometió a Gal que le avisaría si su unidad era llevada al Líbano, pero al parecer no lo hizo, para evitarle preocupaciones. «No dejé de comunicarme en ningún momento, pero él ni me respondía. Ayer mismo sus compañeros del programa «Naalé» con quien compartió 3 años en el internado de Shuval, festejaron y se encontraron. «Hoy vivimos 21 personas de ese grupo, éramos mas que una familia, cuenta la amiga Julia Doperman. Vivíamos en dos plantas y «Fuks» era una persona importante entre nosotros. Cada mañana se levantaba y nos preguntaba uno a uno: ¿Cómo estás?, se preocupaba por nosotros como un «hermano mayor». El soñaba con entrar al ejército y llegar a una «unidad de elite» y lo logró. Siempre era el primero y empujaba a los demás hacia delante. Eso es seguramente lo que ocurrió también en el Líbano.»
La última vez que se juntaron y estuvieron juntos fue en febrero. Los amigos intentaron mantener el vínculo a pesar de conocer las dificultades y limitaciones que ocasiona el servicio militar. «Jonatan me abrazó muy fuerte», recuerda Julia muy consternada.
«Fue el último abrazo»
Graciela Kahan