Itón Gadol- cómo surge la idea de llamar » Y elegirás la Vida» a un libro sobre la Shoá….
Adrian Schettini- El título vino junto con el proyecto, cuando pensé en este proyecto lo pensé con este título. Siempre me pareció que esa frase del Duteronomio tenía un atractivo muy grande, que el mandato fuera elegir la vida, aparentemente parece lo más fácil y lo más obvio, si todos queremos vivir. Los seres humanos estamos desesperados porque los si todos queremos vivir. Los seres humanos estamos desesperados porque los médicos nos resuelvan como vivir 120 años. Pero a mi me parecía que había algo más profundo detrás de todo eso, cuando decimos que queremos vivir y que elegir la vida es fácil, pensamos en una vida sin dificultades o con muy pocas.
Yo me empecé a preguntar, daría la impresión que la vida es siempre mil veces bendita en cualquier situación. Pero se me aparecía de verdad como un cuestionamiento fuerte en si. Si en el peor momento, dentro de la peor tragedia de la humanidad desde que el mundo es mundo, en la Shoá, en Auschwitz, en el ghetto de Varsovia, en Maidanek, la vida ¿ sería tan bendita?. Yo me preguntaba cómo se hace para seguir estando vivo cuando estás ahí, sobreviviste de milagro a eso, ¿ cómo se hace para seguir eligiendo la vida?,¿ Cómo se hace para reconstruir una existencia?, cuando te dejaron sin nada, te diezmaron tu familia, te lastimaron tu cuerpo, te lastimaron tu alma.
Cuándo viste lo peor, cuándo viste el mal absoluto de frente y lo padeciste.
Yo lo que quería aprender de los sobrevivientes, era esto. Me parecía que ellos tenían para dar demás de la memoria del horror que no debe ser olvidada, una lección increíble de vida, que tenía la sospecha y que después de estar casi tres años trabajando con esto, realmente vuelvo a pensar lo mismo. Yo trabajé con diez personas y conocí muchas más, porque cuando empezás a investigar un tema, entrás en puro. Pero no son 10 héroes sueltos que yo encontré de casualidad, 10 personas muy valientes, 10 personas solamente.
Creo que son 10 personas judías que pertenecen a un pueblo, que ese pueblo santifica la vida, que nadie nunca viene al mundo para pensar que va a poder existir Auschwitz antes que esto se demostrará que los hombres fuéramos capaces de construir esto.
Pero que si esas personas habían venido al mundo como parte de un pueblo en el que la vida es un valor fundamental, que el valor de la vida se transmitió de generación en generación y que se sigue transmitiendo y que esa enseñanza aún en situaciones límites como las que ellos vivieron, los escuchás y finalmente todos dicen que eso no estaba en discusión, que la vida había que defenderla hasta el último minuto. Que la muerte no era una elección posible, por más que les dolía, por peor que estuvieran. Esa enseñanza creí debía ser rescatada y que las posibilidades espirituales que tuvo el pueblo judío de resistir y no me refiero sólo al levantamiento armado en el ghetto de Varsovia o en Bialistok, eso fue resistencia, pero existieron miles de formas de resistencia, que por ahí están menos difundidos y ahí me interesó mirar. Un chico que estudiaba a escondidas en un ghetto, en un hombre que rezaba a escondidas, en un grupo de hombres que formaban «minian» ( cantidad mínima de 10 personas que se necesita en el pueblo judío para rezar en conjunto) como podían a espaldas de los nazis para poder orar, en una mujer que seguía cocinando lo que podía ( en cada una de estas descripciones como en varios pasajes anteriores hace un silencio y respira antes de contestar) todo dentro de un ghetto donde la posibilidad de morir ella y sus hijos estaba ahí en frente, me parece que todo eso es muy valiente y son muchos ejemplos que la humanidad debe tomar .
Por eso el título vino ligado al espíritu que tiene este libro . Yo quería hacer un camino con ellos en el que pudiera ver cómo había sido eso y cómo es al día de hoy y es sorprendente, es sorprendente. De gente que tendría todo el derecho de descreer dela humanidad completa desde que esto sucedió para adelante, siguen funcionando, queriendo a las personas, reconstruyendo sus vidas, alegrándose por las cosas que nos dan alegría con los muertos a cuestas porque no los pueden olvidar, porque jamás los van a poder olvidar, porque siguen escuchando, siguen viendo.
Hay historias desde un señor que fue víctima de los experimentos médicos de los nazis, que él pasó eso en Auschwitz y en Sacksenhausen, en Alemania, pero al día de hoy no logra dormir una noche completa, se duerme y se despierta a mitad de la noche con un sueño recurrente que como el dice no es un sueño es un recuerdo permanente de cuando quemaron el «shill» ( sinagoga) de su pueblo, le vuelven las llamas y le vuelven las imágenes, y así y todo siguen viviendo, siguen apostando por la vida, trajeron hijos a este mundo, la mayoría tiene nietos, ahí me parecía que había una lección muy grande y nosotros somos sus contemporáneos. Yo no había nacido cuando esto sucedió, pero nací en un momento en la historia de la humanidad que me permite cruzarme personalmente con estas personas y me oficio es el de periodista, el de preguntar, escuchar y tratar de contar. Antes que nada quería aprender yo como persona, pero además si humildemente podía dejar escrito por mi oficio…. Estas persona son nuestros vecinos que están a la vuelta de nuestras casas, que están en nuestros barrios y que siguen viviendo las
vidas que para mi son heroicas, fueron heroicas entonces y son heroicas al día de hoy y lo que es notable que todos dicen y lamentan a los 6 millones de personas que no se pudieron salvar, la inmensa mayoría de esa gente tampoco quería morir, también querían vivir, hasta el último minuto querían vivir.
Creo yo que es un ejemplo que esto fue lo peor que pasó en la historia de la humanidad, fue real, fue posible, lo hicieron hombres, no lo hicieron bestias porque cuando se habla de los nazis como bestias, monstruos, sería más fácil sino fueran de otra categoría que no fuera la humana, eran seres humanos que fueron capaces de construir lo peor del mundo. Estas personas que fueron sus víctimas fueron capaces de querer mantener su vida, su identidad en esas circunstancias tremendas y al día de hoy tienen más de 80 años y siguen bendiciendo cada día que se levantan, que hay sol y siguen viviendo en este mundo, es como que el título viene pegado a lo que yo quería aprender haciendo este libro.
– ¿Cómo surge el proyecto de escribir » Y elegirás la vida»?
– Surge de una idea que yo tenía hace muchos años, hace tiempo que quería hacer algo así, básicamente antes que por una necesidad de narrar por una necesidad de aprender. Yo había leído mucho sobre la «Shoá», había visto películas y documentales, no es un tema que me era ajeno antes de este libro y permanentemente en mi vida en situaciones difíciles, duras, dolorosas. Para mi estaba latente en algún lugar diciendo: » esto que me pasa es triste, es muy doloroso, tengo todo el derecho a estar mal, pero no tengo el derecho a desesperar porque la gente no desesperó en Auschwitz y esto que a mi me pasa está dentro de las cosas que es previsible que a un ser humano le pase y no dependen de otro humano. Quiero decir situaciones como la muerte del padre de uno, no los está matando otro hombre, llega un momento en que la medicina no puede hacer más. A mi me parecía que tenía todo el derecho a estar triste a estar mal, a que le duela. Pero si la gente no desesperó en Auschwitz, no desesperó en Treblinka, no desesperó en Majdanek, no desesperó quiero decir al punto de no querer seguir adelante mientras pudiera, si había era un ejemplo muy grande. Mi deseo era convivir con ellos, yo quería verlos vivir no quería hacer una entrevista a dos horas como puede ser otro trabajo periodístico y desgrabar y entregarlo.
Quería verlos aquí y ahora viviendo y por supuesto que para que esta enseñanza tenga un valor, primero hay que escuchar ( hace un silencio) lo que fue su infierno, lo que pueden contar de lo que fue ese infierno. Porque
( vuelve a hacer un silencio prolongado) no es tan fácil contarlo en palabras todo lo que padecieron, todo lo que vieron, todo lo que se cometió, creo que hay un momento en el que el lenguaje queda chico, pero con infinito dolor, en honor a la memoria ( vuelve a hacer un silencio prolongado buscando bien que palabras utilizar) en honor a lo que ellos sienten como un legado a los 6 millones que ya no están hacen el esfuerzo de contar al día de hoy.
Yo te puedo jurar que esto es un esfuerzo que ninguna de estas personas se sienta y relata sin revivir muy profundamente que con el relato de ese día no termina su regreso al dolor, los días siguientes siguen siendo difíciles, que no es una emoción pasajera el momento de contar ( otro silencio más quizá como ella relata reviviendo la emoción del relato de los sobrevivientes), con esto conviven y esto no lo van a olvidar nunca y por el hecho que la humanidad sepa, recuerde y no lo olvide nunca hacen el esfuerzo de volver a contarlo, es increíble, pero es así.
-Siento, veo que sentís una admiración muy grande por los sobrevivientes…
-Siento admiración hacia ellos, de verdad admiración. Yo les decía que como todos fui al colegio, fui a la Universidad, me recibí, era buena alumna, ellos me enseñaron y me están enseñando lo que no enseña ninguna Universidad lamentablemente que es amar la vida sin condiciones y atener la capacidad totalmente admirable de volver a confiar en el hombre, vivieron el centro del
mal absoluto y vuelven a confiar en el hombre. Yo siento mucha admiración por estas personas, me parece que son los sabios, que no siempre se los escucha como se los debería escuchar_ me refiero a la sociedad en general_ .
Elie Wiesel_ sobreviviente del Holocausto, permanente transmisor del mismo y Premio Nobel de la Paz en 1986_describe en uno de sus libros una situación que es terrible, pero me parece que como así de terrible lamentablemente puede ser cierta el dice qué va a pasar cuando que de el último de los sobrevivientes vivo, que no
querría que le toque a él ese lugar porque imagina que de pronto en algún lugar de la tierra van a llegar miles de cámaras de televisión del mundo a decirle a un señor o señora : » Usted es el último sobreviviente» y ahí van querer hacerle todas las preguntas del mundo. El dice que imagina a esa persona levantando los hombros y quedando en un profundo silencio porque ya no va a ser el momento » y me parece que gracias a Dios no estamos en ese momento, que gracias a Dios los sobrevivientes están entre nosotros, tienen fuerza, tienen vida y podemos escuchar ahora y no cuando las reglas de la televisión digan que se volvieron noticia porque queda uno solo en el mundo.
A mi me parece que era un privilegio que me dieran su tiempo, que me dieran su experiencia, que me abrieran sus vidas, para enseñarme lo que en otro lado no me iban a enseñar, lo que los libros no me iban a enseñar, lo que los académicos no me enseñaron . Los admiro y los quiero mucho, me encariñé mucho con estas personas.
-Me decís que fue relativamente fácil el trabajo con ellos, que siempre estuvieron dispuestos a hablar, a contar, a relatar, a transmitir todo lo que tenía que ver con sus historias durante la Shoá…
-Si también contacté gente cuando comencé con el proyecto que por razones de salud no podía someterse a ese stress emocional . Pero increíblemente con muchas de ellas las vi, me encontré con ellas y charlamos, tomando un café como hoy . Me dijeron igual te quiero ver, te quiero conocer, me decían y me contaban de sus enfermedades, me pedían disculpas que yo aceptaba admirada, porque no me tenían que pedir perdón.
Realmente fuera de los que tenían los problemas mencionados, no fue difícil y para mi sinceramente el trabajo con ellos fue doloroso por el tema, fue movilizante emocionalmente. Tuve pesadillas, no pude dormir algunos días, por lo que tenían para relatar no porque ellos como personas fueran lo que uno llama una persona difícil y esto es increíble.
Como ejemplo cuando hicimos la presentación en Bet-El llovía a cántaros, yo pensé por la zona ( Belgrano), por el clima, no va a venir nadie. De los únicos que estaba segura que iban a venir y no sólo iban a venir sino no iban a hacer ningún comentario sobre la lluvia, eran los sobrevivientes, no sólo los que yo entrevisté sino muchos más que me hice amiga porque ya hace un año que soy voluntaria de » Sherit Ha Pleitá» ( Una de las asociaciones que nuclean a los sobrevivientes del Holocausto), porque conocí a otros que me presentaron a otros, sabía que ellos iban a estar presentes. Hubo mucha gente que como yo misma se quejaba de la lluvia, pero no ellos. Tan poco difíciles como eso, además me parecen personas que el vínculo que se establece con ellos por lo menos cuando uno los aborda para una cosa como esta. El vínculo es muy profundo, es muy distinto de las relaciones de amistad del resto de las personas que uno puede establecer. Normalmente uno empieza hablando de temas vanos y después va profundizando y habla de cosas más esenciales.
Acá el camino fue inverso, nos pusimos a hablar de la vida y de la muerte, después nos hicimos amigos, con el transcurso y hablamos de la vida cotidiana en la que todos estamos inmersos. El vínculo empezó por lo más fuerte, por lo más esencial, por el bien y el mal radicales en el que ellos estuvieron sumidos. Porque yo creo que así como la Shoá mostró la peor cara del hombre, mostró de lo que eran capaces los hombres, de lo que los nazis fueron capaces de hacer, pero también ahí se mostró lo mejor de lo que es capaz el hombre. Cuando uno escucha los relatos_ como una de mis entrevistadas me contaba_ que estando en una de las barracas de los campos de exterminio nazi fue darle la mitad de su pan a una compañera de barraca a la que le habían robado el pedacito de pan que había dejado escondido en la litera. Un pedacito de pan en esa circunstancia, era la distancia entre vivir y no vivir. Vivir y no vivir un día más, una hora más, un rato más ( vuelve a el silencio en una mezcla de emoción y consternación) .
Uno lo escucha y sabe que esto pasó y que fue capaz de esto de defender la vida, pero no sólo la propia . Yo creo que ahí está la mejor cara de las posibilidades que tenemos los seres humanos de optar por el bien, por la vida, no fue fácil para ellos lo que no fue fácil fue el tema, no fue fácil el dolor que esto traía, pero no las personalidades de los entrevistados, ni las actitudes . Hoy yo los siento como parte de mi familia y quizá ellos sienten lo mismo . Fue muy fuerte verte muchas veces durante largo tiempo más de dos años largos ( Otros silencio largo). Para hablar de lo esencial y después para compartir la vida que tenemos aquí y ahora, la que nos toca mientras todos estemos acá ( otro silencio largo, piensa y gesticula) fue fuerte la experiencia .
-¿ Cómo llega una no judía a empaparse de todo lo judío, porque no utilizás Holocausto, sino Shoá, me hablaste de Pesaj y no de las Pascuas judías, de minián y así con muchos términos, que sos colaboradora de «Sherit Ha Pleitá»?
-Lo de «Sherit Ha Pleitá», comenzó con este libro. Lo demás es algo natural, yo me crié en el barrio de Once, en Viamonte y Junín y que para mi era algo normal saber que tal día era Iom Kipur y que a determinada hora del viernes empezaba el Shabat y que los negocios se cerraban . Yo fui creciendo con vecinos que nos convidaban matzá todos los años para Pesaj, así que eso era natural, era como respirar … . A mi me llama la atención a veces cuando dicen que alguna gente no judía no sabe lo que es un Bar- Mitzvá, quizá yo no lo se exactamente como es para explicarlo, pero participé de muchos , en mi vida se dio como algo muy natural, desde chica, fui creciendo así, fui aprendiendo así.
Fui valorando todo ese contenido tremendamente humanista que tiene el judaísmo y realmente hay un humanismo terrible si viviéramos conforme a eso a las 613 mitzvot ( 613 preceptos que marca el judaísmo tiene que cumplir cada judío) con ellas y los que tenemos que cumplir los 7 preceptos universales ( llamados preceptos de los hijos de Noé, también rigen la vida humana del hombre)con ellos, el mundo estaría definitivamente mejor y no me caben dudas de eso.
Lo de » Sherit ha Pleitá» es distinto, cuando yo empecé ya era una persona grande y se dio cuando empecé a escribir el libro. Yo los conocí a fines del 2001 cuando ellos celebraron los 50 años de la existencia de la institución en AMIA, allí me conmoví muchísimo porque estas personas que llegaron sin hablar castellano, sin tener plata, sin tener familia, a un país que no conocían. Con la negativa de mucha gente a escucharlos, incluso de aquellos que querían ayudarlos, les decían : » Te ayudo, pero no me cuentes del infierno del que venís», que se hayan juntado en esos años ´50 entre ellos, formando una institución que sigue hasta el día de hoy, que «Sherit Ha Pleitá» haya sido creada por sobrevivientes y para sobrevivientes, a mi me pareció una maravilla.
Pero cuando fui a ese acto en AMIA, el libro era un sueño que siempre quise hacer, pero que en ese momento no estaba ni encaminado .
Cuando todo estuvo encaminado y se veía posible, fui al primer lugar que llamé porque pensé que ahí estaban los sobrevivientes, que esto lo habían hecho ellos y que mi libro no pretendía ni pretende ser el libro de una historiadora que no soy, ni tampoco un libro académico ni sociológico ni tampoco referido a la psicología, tampoco soy psicóloga o psiquiatra. Yo lo que quería era oír estas voces y ver estos ejemplos y fue muy maravilloso lo de Sherit Ha Pleitá porque apenas me presenté diciendo mi nombre y que era periodista, dije cuál era el motivo de mi llamado y encontré las puertas abiertas de cómo ellos dicen es su segunda casa . Me invitaron a conocer la institución, hablamos y yo les pregunté sobre la Shoá.
Me acuerdo que en ese momento José Moskovitz que es presidente honorario me presentó a José Raichemberg (tal como dice ella , » de bendita memoria, él no pudo llegar a ver el libro»),que era presidente y a Francisco Bichter que es secretario hasta el día de hoy. Ellos me dijeron que Moskovitz me iba a poner enseguida en contacto con sobrevivientes que estén en condiciones de contar .
En la segunda entrevista yo le pregunté ¿ Ud. piensa que yo voy a poder hacer eso que quiero?, la respuesta de él fue : » Yo me doy cuenta que vos querés escuchar, vas a poder porque con eso alcanza». Allí como dije me abrieron sus puertas, me invitaron a todas sus fiestas, porque en ese lugar se hacen fiestas y se celebra la vida.
Yo tengo un día que me va a marcar la vida y ese día es el 7 de Diciembre de 2002 en una Fiesta de Januca ( Fiesta de las Luminarias, en la que se recuerda la reinaguración del Gran Templo y el milagro cuando los macabeos habían encontrado profanado el lugar con aceite suficiente para un día y gracias a un milagro divino duró ocho que son las luminarias que se encienden), en una cena fue la primera vez que me encontré con los sobrevivientes bailar y compartí con ellos el baile de esa noche.
( Luego de un silencio prolongado exclama) Fue muy fuerte yo ya los estaba entrevistando en esa época, yo los veía bailar y sabía de los horrores que habían padecido . Me dolió mucho la muerte el año pasado de José Raichemberg que estaba todos los días por «Sherit Ha Pleitá», lloviera, tronara, que tenía 87 años, pero parecía que tenía menos de 70 porque trabajaba un montón .
Sufrí mucho por toda la ayuda que me brindó y los sobrevivientes lo sintieron y me dijeron » ahora vamos a aceptar tu ofrecimiento y te vas a poner a ayudar, no podía creer que me tomaran como voluntaria allí que para mi es un lugar sagrado,. Este lugar está construido por el dolor, están presentes los 6 millones todo el tiempo, pero está presente la vida también, todo el tiempo, allí se hacen fiestas, así empecé a convertirme en colaboradora de «Sherit Ha Pleitá».
Comencé organizando actividades culturales, charlas, conciertos, está muy bueno poder hacerlo, cada vez que lo pienso yo me asombro, que en ese lugar no me preguntarán nada, ni sobre mi persona, ni sobre mi currículum. Ellos entendieron que yo quería escuchar, que me dolía que esto había sido posible en el mundo real, que esto haya existido, eso les alcanzó .
-¿ Cuánto tiempo te llevo la investigación, todo el libro en general?
-Empecé en mayo del 2002, se van a cumplir 3 años, hasta el último momento fui incorporando relatos . La escritura me llevó un año y lo terminé en Febrero.
-Te escuchaba hablar y decías que es como la culminación de algo que querías mucho, una obra de toda la vida, a pesar que sos una persona joven …
-Yo estaba en 7 grado cuando nos hicieron leer el «Diario de Ana Frank», yo no podía recordar, yo sabía cuando leí el libro que los nazis habían existido, no era que a los 12 años con ese libro tuve la revelación, no pude saber exactamente cuando supe, cosa que averiguando le pasó a mucha gente.
Creo que desde entonces el tema ocupó un lugar en mi corazón, en mi cabeza, porque pertenezco a la especie humana porque esto sucedió . Porque esto es lo hicieron seres humanos a seres humanos ( luego de otro largo silencio) es como que siempre me interesó esto, siempre me interesó, fue la culminación a nivel narrativo, de poder plasmarlo en un libro, no cero que haya culminación. No quiero que haya, es todo un proceso de aprendizaje . Mientras yo esté en este mundo y los sobrevivientes que quiero y me quieren y con los que tengo relación de estar en este mundo, el aprendizaje es permanente de esto, el libro es una etapa.
Yo estoy contenta que estas personas me contaron para que esto quedara en un libro, lo que yoles propuse era esto, un libro, no era un video, no eran archivos en mi computadora. Yo quería devolverles el esfuerzo haciendo lo que les prometí iba a hacer, un libro. Lo demás es un aprendizaje permanente, gracias a Dios tenemos para aprender mientras vivamos, sigo hasta el día de hoy aprendiendo. Hay que escucharlos porque son muy sabios, son muy admirables.
-Vos me decías que a nivel académico nunca pudiste aprender ciertas cosas de la Shoá…
-No pude aprender como se ama la vida sin ponerle condiciones ni mulas, como se ama la vida en la última lapa de perversión que fue el infierno nazi . Eso de amar la vida sin condiciones no lo aprendí a pesar de haber pasado por la Universidad a la que agradezco muchas cosas, pero eso no me lo enseñaron.
Parecería que los valores académicos son otros, que eso que nos va a ayudar en la vida hay que buscarlo por otro lado. A mi por lo menos no me lo enseñaron y no escucho de mucha gente que en el sistema educativo reciba esta enseñanza. Los sobrevivientes no necesitan ser profesores de ninguna cosa, es el ejemplo, es el verlos vivir, es la reacción que tienen todos los días frente a las cosas.
-¿ Cómo ves el legado, la transmisión de la Shoá, en esta que es la última generación que tenemos a los sobrevivientes vivos?
-A mi me preocupa eso, me preocupa que la gente diga: » va a haber un día que no va a haber sobrevivientes en el mundo». Yo pienso, tampoco un día va a haber personas como nosotros que digan : «Yo vi a un sobreviviente» .
Nosotros va a llegar un día en que no estemos en este mundo. Yo pensaba que humildemente desde mi lugar era importante que mi aprendizaje, mi vida junto a los sobrevivientes quedara en un texto escrito, porque un día yo como todos no vamos a estar y a mi la vida me dio la posibilidad de aprender de ellos y de escuchar lo que fue ese infierno de boca de ellos, de boca de los que estuvieron allí, a ellos no se los contó nadie, no lo leyeron en ningún lado, no lo vieron en ninguna película. Sentí que estaba bueno que lo pusiera por escrito y lo dejara.
A nivel general creo que aunque yo sea periodista confío en lo que puedan hacer los educadores, me parece que el trabajo que se puede hacer con la educación es menos espectacular que el de la gente que pueda hacer videos o libros, pero es como la gota quebrada en la piedra, a veces dicen » ¿qué va pasar el día que no haya sobrevivientes?, ¿ el mundo va a olvidar?. Yo creo y quiero creer que esa memoria se va a preservar y que más allá de mi deseo ahora que empieza Pesaj( la nota fue realizada días antes del comienzo de la Pascua judía). La liberación de Egipto se fue transmitiendo de generación en generación, no se olvidó, no se olvidó Pesaj, no se olvidó «Simjat Torá» (última de las festividades del primer mes del calendario judío en la cual se termina y recomienza con la lectura de la Torá), miles de años fueron pasando y se fue transmitiendo, yo creo que hay una transmisión posible, un legado posible, no quiero que se olvide lo que ocurrió, además creo que no se va a olvidar, a lo mejor soy muy optimista, pero cero que si al día de hoy no se olvida loa liberación de Egipto, creo que el mundo se vuelva tanto peor y se olvide esto que pasó . Lo que si cero es que hay que trabajar para esto, que no es magia ( otro profundo silencio) que no es casual que ahora haya un resurgimiento de ésta temática, que hay muchos nuevos libros circulando.
Es como que el mundo está atravesando una crisis, a lo mejor empezamos a mirar el máximo horror que hemos vivido, porque queremos de ahí sacar alguna enseñanza
que permita apostar a una vida sin discriminación, una vida mejor, porque ya vemos adonde conduce lo otro, adonde termina.
Hablando con Claude Lanzman, el director de la serie Shoá hace varios años me dijo una cosa que me pareció muy inteligente : » El infierno nazi, el exterminio, la Shoá, el Holocausto, como lo quieras llamar, no empezó en Auschwitz, empezó con la primera medida de discriminación, cuando se ordenaba que los judíos no podían ejercer la medicina, los judíos no pueden…, la primera medida discriminatoria, la metáfora que él utilizó fue como la ´simiente de una mujer embarazada que fue creciendo y que terminó en le horror de los campos de exterminio, pero que si el mundo hubiera estado atento, hubiera sido conciente, le hubiese importado, eso había que haberlo frenado con la primera medida antisemita» .
Hubiese sido posible frenarlo, todos sabemos lo que pasó . Después de lo ocurrido muchas lecciones no sólo vamos a tomar para que esto no ocurra, no vuelva a suceder en la tierra. Tendríamos que tomarlo para que nunca más se discrimine a nadie .
*Adriana Schettini nació en 1960 en Buenos Aires, se graduó en Derecho en 1984, profesión que nunca ejerció. Trabaja para el Suplemento Enfoques del Diario La Nación y la revista dominical del mismo diario.
*» Y elegirás la vida» es su tercer libro, después de «Pasen y Vean, la vida de Favio»( 1995) y «Ver para creer. Política y televisión en la Argentina de los ´90″(2000).
*En 1988 obtuvo el Premio latinoamericano de periodismo José Martí.
Entrevistó: Alejandro Dubesarsky