En el curso de más de veinte años en los que realizo el servicio Petrino «in medio Ecclesiae» he experimentado la benévola y como nunca fecunda colaboración de tantos Cardenales, Arzobispos y Obispos, tantos sacerdotes, también personas consagradas- Hermanos y Hermanas- en fin tantísimas personas laicas, en el ambiente curial, en el Vicariato de la Diócesis de Roma, así como fuera de estos ambientes.
¡Como no abrazar con grata memoria a todos los Episcopados del mundo, con los cuales me he encontrado en el sucederse de las visitas «ad limina Apostolorum»! ¡Cómo no recordar también a tantos Hermanos cristianos- no católicos! ¡Y al rabino de Roma y así numerosos representantes de las religiones no cristianas! ¡Y a cuantos representan en el mundo de la cultura, de la ciencia, de la política, de los medios de comunicación social!
En la medida en que se acerca el límite de mi vida terrena regreso con la memoria al inicio, a mis Padres, al Hermano y a la Hermana (que no he conocido, porque murió antes de mi nacimiento), a la parroquia de Wadowice, donde he sido bautizado, a aquella ciudad de mi amor, a los coetaneos, compañeros y compañeras de la escuela elemental, del gimnasio, de la universidad, hasta los tiempos de la ocupación, cuando trabajé como obrero, y en seguida a la parroquia de Niegowie, a aquella Cracoviana de San Floriano, a la pastoral de los académicos, al ambiente… a todos los ambientes… a Cracovia y a Roma… a las personas que en modo especial me han sido confiadas en el Señor.
A todos quiero decir una sola cosa: «Dios os recompense»
«In manus Tuas, Domine, commendo spiritum meum»