La institución Yad Vashem conmemora su jubileo con la culminación de este proyecto de modernización que ha costado 40 millones de dólares y 10 años de arduo trabajo.
El eje central del proyecto es el Museo Histórico, un prisma triangular de 200 metros de largo por 13 de alto, construido en su mayor parte bajo tierra y cuyos extremos flotan sobre las laderas del monte en una suerte de túnel del tiempo.
Según su presidente, Avner Shalev, la asistencia de los líderes extranjeros «demuestra la importancia que conceden al recuerdo del Holocausto así como el papel vital que Yad Vashem juega en la consecución de objetivos comunes para recordar el pasado y construir el futuro, ayudando a combatir el antisemitismo, permaneciendo en los valores de los Derechos Humanos y democráticos».
Entre las personalidades que han acudido a Jerusalén se encuentran los primeros ministros de Francia, Jean-Pierre Raffarin; Países Bajos, Jan Peter Balkenende; de Bélgica, Guy Verhofstadt; de Dinamarca, Anders Fogh Rasmussen; y de Suecia, Goran Persson, así como los ministros de Asuntos Exteriores de España, Miguel Ángel Moratinos; Alemania y Noruega.
También asisten los presidentes de Polonia, Eslovaquia, Croacia, Serbia-Montenegro, Macedonia, Lituania, Bosnia, Suiza y Albania, el viceprimer ministro de Reino Unido y el vicepresidente de la República Dominicana.
La superficie actual del museo es de 4.200 metros cuadrados, cuatro veces mayor que el antiguo museo. Presenta la historia del Holocausto desde una perspectiva judía única, enfatizando las experiencias individuales de las víctimas con objetos reales, testimonios de los supervivientes y objetos personales.
A través de su diseño arquitectónico, sus diferentes salas rememoran la complejidad de la situación para los judíos durante esos años. Al final de la visita, se encuentra la Sala de los Nombres.
Expresión del antisemitismo
«Nuestro mensaje es que el Holocausto es aún un episodio central, y que representa la expresión más extrema del fenómeno del antisemitismo cuando éste no es controlado», advirtió Shalev.
Según el funcionario, «los jóvenes no deben recordarlo solamente como un mero suceso histórico, sino como parte de la experiencia humana. Deben convertirlo en un hito de la historia de la humanidad».
Y es que, según Shalev, el distanciamiento de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y el nacimiento de generaciones que nada tienen que ver con el periodo del Holocausto han «fracturado» los muros del contención del antisemitismo.
«Los muros de la vergüenza se han derrumbado. Durante años era ilegítimo negar el Holocausto, ser antisemita era una vergüenza, ahora, de repente, ya no lo es», explica.
La teorías revisionistas del Holocausto afloraron con fuerza en los años ochenta y noventa del siglo XX, con el resurgir de movimientos de derechas que ya no temían ser vinculados con las fuerzas fascistas del período de entre-guerras mundiales.
«Hay que reconstruir de nuevo esos muros, alentar a un reconocimiento del potencial destructivo que conlleva el antisemitimo, y para ello el Holocausto -como esa máxima expresión de antisemitismo- debe ser inculcado en las conciencias de las sociedades», sostiene el presidente de la institución.