(Reuters).-La idea de recopilar las historias de los supervivientes para narrar la historia del Holocausto se produjo cuando una superviviente de edad avanzada trajo a Inbar las gafas destrozadas que su madre le dio cuando llegaron a Auschwitz poco antes de que fuera llevada a las cámaras de gas.
Está entre los muchos artefactos exhibidos en el nuevo museo, como una trenza de pelo de una niña que murió en un campo de concentración, una muñeca y una calle reconstruida del gueto de Varsovia.
La filosofía del museo está resumida en su Sala de los Nombres, diseñada por el galardonado arquitecto Moshe Safdie, en la que fotografías y nombres de tres millones de judíos que murieron en el Holocausto rodean un pozo de agua.
«Los fundadores de Yad Vashem eran supervivientes del Holocausto. Sabían su historia. No necesitaban mostrar su historia. Necesitaban mostrar qué hicieron los nazis», dijo Inbar.
«Nosotros vinimos muchos años más tarde y necesitamos mostrar las dos caras, la historia del nazismo y dentro de ella la historia judía».
Para personalizar el Holocausto, Inbar y su equipo introdujeron una serie de narraciones de primera mano usando efectos personales y testimonios de supervivientes y víctimas en la historia narrativa que detalla desde la llegada del nazismo al poder en 1933 a la creación del Estado de Israel en 1948.
«Dimos a las víctimas una identidad. Les dimos una voz. Les dimos una cara», dijo. «Hicimos lo mismo con los nazis (…) Mostramos quien es cada uno. Que no eran monstruos sino personas que hicieron cosas monstruosas».